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¿Obstruccionismo o incapacidad?

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Hoy la fragmentación partidista y polarización política impiden una segura mayoría de asambleístas

El juicio político y el decreto de muerte cruzada impulsados en esta coyuntura nos recuerdan varios hechos histórico-políticos que se han producido desde que retornamos al régimen constitucional en 1979, para entender la actualidad: 1.- Desde esta fecha hemos vivido el permanente enfrentamiento entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, como la pugna del presidente Roldós con “los patriarcas de la componenda” y en los subsiguientes gobiernos los ecuatorianos pensamos que esa era la política real. Solo dos gobiernos tuvieron mayoría parlamentaria, la primera parte de la administración Borja y durante el largo período de Correa, a la cual la oposición llamaba “los levanta brazos”. Estos años permitieron otear en el horizonte que había otra posibilidad de gobernanza, pero después de 2017 se reiniciaron las broncas entre estos poderes hasta ahora. No aceptamos que cualquier tiempo pasado fue mejor. 2.- Actualmente, los enfrentados en la coyuntura se declaran respetuosos de la Constitución de 2008 de Montecristi y leyes conexas; sin excepción la mencionan ahora casi como jaculatoria, después de que una mayoría de políticos y analistas la han vituperado como garantista, estatista, incluso calificándola de mamotreto; y los últimos gobiernos, en algunos casos, la definieron como una camisa de fuerza. Paradójicamente, los desavenidos nunca la enarbolaron como el pacto social en pro de la democracia y el bienestar, pero sí la emplean para depredarse: la Asamblea a través de tres fallidos intentos para destituir al banquero presidente; y este, como ‘numerario’ y fundamentalista, aplica la muerte cruzada de manera bíblica: “que mueran todos, Sansón y los filisteos”. 3.- Desde 1996 el Parlamento ha destituido ilegalmente a tres presidentes cuando hubo una mayoría de diputados, aprobación del sistema de partidos, el vacío de poder de FF. AA. y apoyo por diversas facciones del bloque al poder. Hoy la fragmentación partidista y polarización política impiden una segura mayoría de asambleístas, la falta de apoyo de la fuerza pública y las clases dominantes, y graves errores en el juicio político imposibilitaron la destitución del conservador y neoliberal Lasso.