Herencia política de la Gran Colombia

Bolívar en cambio, tuvo que luchar contra prejuicios seculares, profundamente arraigados; hacer frente a la ignorancia, a la desunión, a la felonía y a la ambición de caudillos rivales...
La semana pasada me referí a los efectos devastadores del péndulo político-económico en los siglos XIX y XX; el de la Gran Colombia osciló entre los que creían que en la región debía existir un gobierno central y los que apoyaban un gobierno federal. Lástima, pero Hispanoamérica no logró realizar el sueño de los libertadores ni el de los próceres de diferentes países.
El fracaso lo expresó el propio Bolívar cuando desde Barranquilla-Colombia, en carta del 9-11-1830 a Juan José Flores escribió: “Yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. 1°. La América es ingobernable para nosotros. 2°. El que sirve una revolución ara en el mar. 3°. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4°. Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas, etc.”. Meses después Bolívar fallecía. ¿Es culpable del caos que 200 años después aún existe en nuestra región?
Bolívar tuvo cultura, personalidad, energía, conocimiento militar, liderazgo a su manera y otros atributos, pero falló como estadista; su pensamiento político fue cambiando hasta convertirse en dictador. Rocafuerte le escribió para que buscara el camino de una república federal. Nunca le contestó. Él ya conocía las debilidades del hispano, lo había expresado en el congreso de Angostura, 1819.
Richard Bache, estadounidense que recorrió Venezuela y Colombia, 1822-1823; escribió un libro Notas de Colombia. En la obra él justifica el fracaso de Bolívar al compararlo con George Washington: “A Washington le correspondió dirigir a un pueblo ya formado, con hábitos de autonomía, mente libre y vigorosa, conciencia no desviada por prejuicios de religión, y libre de los grilletes de toda tiranía eclesiástica. Bolívar en cambio, tuvo que luchar contra prejuicios seculares, profundamente arraigados; hacer frente a la ignorancia, a la desunión, a la felonía y a la ambición de caudillos rivales, separados por una vasta extensión territorial, que no se conocían entre sí, y que recelaban los unos de los otros”.