Llegó el momento

La segunda vuelta, con un limitado ausentismo ya que el papelito lo necesitan hasta para ir al baño, nos colocará como país en una situación ejemplar.
Ahora la masa votante se enfrenta a una situación crucial pues tiene que escoger entre la miseria y esclavitud o una vida digna, con trabajo remunerado para sustento de la familia y educación integral, única forma de salir del estado en que nos dejan los robolucionarios.
Se les recuerda que la mayoría están en contra de ser otra Venezuela. Las cifras porcentuales lo demuestran, aunque el títere esté en primer lugar.
La segunda vuelta, con un limitado ausentismo ya que el papelito lo necesitan hasta para ir al baño, nos colocará como país en una situación ejemplar, pues seríamos uno de los pocos que se libró de las garras del neocomunismo, o que lo intentamos y sucumbimos, para continuar nuestra marcha inexorable a la miseria. Al fin y al cabo son las órdenes que el prófugo recibió de los izmierdistas reunidos en el Foro de Sao Paulo y su aborto, llamado Grupo de Puebla.
Los candidatos hasta ahora opcionados a la segunda vuelta para disputar al correísta la Presidencia de la República deben proceder con hombría y honradez política, aceptando los resultados de la elección y aunque sea por vez primera, apoyarse, para que renazca la esperanza, se respeten todos los ecuatorianos y nos veamos como seres humanos pensantes, que lo que más deseamos es paz y dignidad.
Un llamado a los señores Pérez y Lasso para que depongan actitudes encontradas por su origen racial o de trabajo. Sabemos que los dos quieren lo mejor para su raza y su patria. Es lógico, así debe ser. Son posiciones que se encuentran en la misma ruta. Deberían olvidarse de las banderías políticas. Su norte tiene que ser uno solo: el ECUADOR y su gente.
Pobres y ricos hay en todo el mundo. A los que llegaron a tener dinero de manera honrada, todo honor. Son los motores de la economía que permitirán la progresiva disminución de la pobreza. No con migajas o limosnas. No son pordioseros. Será generando fuentes de trabajo y ahí estará el Estado vigilante, pero no vengativo, para que la fiesta se lleve en paz, justicia y armonía.
Ser banquero no es una afrenta, como ser indígena tampoco. En ambas situaciones hay gente con principios y deseos honestos de ayudar y servir.