Una vez más

"Todos, unámonos para cambiar la INEPTOCRACIA por una verdadera DEMOCRACIA".
Para los que creen en la democracia, está bien que la ejerzan, aún a sabiendas de que serán engañados, pues es lo que dejan como enseñanza los eventos pasados.
En el Ecuador, casi siempre la abstención en la primera vuelta, es grande. Se da por sabido que la segunda vuelta es un hecho, que el papelito recibido se solicita en gran parte de las actividades diarias y que lo obtendrán en esta ocasión. Sin duda, tiene más importancia ese documento que lo que deciden al ejercer, obligados, el derecho al voto.
Creer que la madurez del pueblo es grande, es una falacia. No se explica de otra manera que el depredador y sus huestes tengan un porcentaje de intención de voto, nada despreciable, aun sabiendo, sufriendo y palpando los descalabros a todo nivel que heredamos de esa década perdida, donde se dilapidó el ingreso económico más grande de la historia ecuatoriana. Se mandó al tarro de basura la oportunidad de dejar atrás la pobreza y la falta de educación.
Las metas -20- de esa tendencia, ahora reconfirmadas y pulidas en la última reunión del Foro de Sao Paulo, donde como siempre concurrieron los asoladores de la región y de España, el depredador incluido, dieron a conocer que la maligna intención de destrucción está vigente.
Es por lo expuesto que se impone el giro radical hacia la sensatez en la conducción de este Ecuador, que merece un respiro para la recuperación de los daños ocasionados por la plaga neocomunista, que casi logra desaparecernos como país digno de ser querido y respetado.
Como Venezuela y su maduro podrido, JAMÁS.
Todos, unámonos para cambiar la INEPTOCRACIA por una verdadera DEMOCRACIA.
No piensen, los presuntos ganadores, que la tienen fácil. Deben pisar el terreno que abonó el neocomunismo con limosnas, engaños y resentimientos que calaron hondo en la masa que elige.
Que esta vez no se oigan gritos de “hasta la victoria siempre” o el destemplado: “¿ Y ahora?”
¡Que no se repita que no habrá perdón ni olvido!
Que al unísono se escuche: ¡viva el Ecuador!