El infierno
Miremos a Francia o el Reino Unido, llenas de musulmanes que se apoderaron de lo bueno a todo nivel. ¡No siguieron el ejemplo de Australia! ¿Será que la droga nos desaparece?
De una manera asombrosa, pero explicable, vemos que en la Penitenciaría del Litoral se matan entre bandas de seres abyectos, disputándose de una forma sangrienta las jefaturas de un comercio nefasto en todo el mundo, que ha permitido su existencia. Este accionar tiene una sola explicación: dinero a base de droga.
Ha sido conocido desde siempre que esos lugares de reclusión son el hacinamiento de personas que han delinquido de las más diversas maneras.
Se ofrecía protección y seguridad a cambio del vil metal, como lo llaman a veces, a personas que ingresaron a sus filas y obviamente no son delincuentes. A otros los adquirían para sodomizarlos. Es lo que enseñan las películas y pasa en la realidad, hasta en los hogares de menores detenidos.
Creer que esos sitios valen para rehabilitación es como ver a un burro volando.
Visité alguna vez la antigua cárcel municipal. Esa que estaba en la calle del dolor, llevado por un profesor religioso para hacer obra social. Lo que más me impresionó: sus paredes cubiertas de sebo. El aseo era algo que no conocían. El pedido, cigarrillos y barajas. Naturalmente nunca más regresé.
Lo de ahora, matanzas a la carta, por así decirlo, tiene un nombre. 14 años de ROBOLUCIÓN.
No debemos olvidar que la salida de los norteamericanos de la Base de Manta, la compra de radares chinos obsoletos, apertura de las fronteras y legalización del microtráfico, ocurrió en ese desgobierno nefasto y pestífero. Claro, todo avalado por el mamotreto de Montecristi, con órdenes del tantas veces mentado por mi persona, Foro de Sao Paulo, donde se reúnen los izmierdistas asoladores con ideas absurdas, llenas de odios y complejos. No olvidar el aborto llamado Grupo de Puebla, que ofende a la patria del Benemérito de las Américas, enlodada ahora por un ser que con su cara de yo no fui se declara admirador de los muertos destructores de pueblos otrora prósperos y alegres.
Las invasiones silentes han sido la perdición de los países que las han permitido. Miremos a Francia o el Reino Unido, llenas de musulmanes que se apoderaron de lo bueno a todo nivel. ¡No siguieron el ejemplo de Australia! ¿Será que la droga nos desaparece?