Pesadillas

Presidente, una vez más le pido que haga caso a los entendidos en política y acabe con el origen de todos los males que nos aquejan
Un sueño intranquilo, desagradable, a veces angustioso, es lo que estamos viviendo los ecuatorianos a diario debido a los continuos sobresaltos y temores que se presentan por cualquier motivo.
Las noticias son alarmantes por el auge delincuencial, generador de crímenes, asaltos, secuestros. Por cumplir con su sagrado deber de atender a quien lo solicita, un hospital que recibe a un delincuente ve trastornada su vida normal y el ingreso a esa casa de salud se altera de una manera absurda, luego de haber detenido en su interior a una manada -sí manada- de antisociales que pretendían proteger a otro de su camada. La Policía cumple con su deber y a renglón seguido, un juez los libera por falta de pruebas fuertes. El colmo de la aplicación de la justicia. Encontrarlos con armas, municiones y exceso de dinero, no es nada para el accionar de la dama vendada. La autoridad necesita estar presente en el cometimiento del acto, para entonces actuar. Tamaña estupidez. Ya mismo nos enteramos de que los detenidos por el último secuestro solo los habían llevado a jugar al teto. Saldrán libres a continuar en sus prácticas delictivas amparados en el mamotreto de Montecristi, alentador de todo lo malo que estamos viviendo en la etapa posterior a la ROBOLUCIONARIA.
La ciudadanía normal sigue en la espera de su abolición, habida cuenta de que su presencia como ley suprema es una desgracia que nos conduce a la conmoción social.
Presidente, una vez más le pido que haga caso a los entendidos en política y acabe con el origen de todos los males que nos aquejan. Ese conjunto de leyes, qué ironía, nos destruye poco a poco, mientras favorece a los delincuentes presentes o prófugos, que con todo lo robado se sienten poderosos como para pretender su regreso a concluir su tarea, la cual fue impuesta por aquella reunió de trasnochados izmierdistas.
Creo en la democracia, pero hay países que no se pueden manejar con esa forma política. Ejemplos en la región tenemos algunos y por desgracia me parece que este bendito Ecuador está cayendo en esa categoría, víctima de sus propios errores, que son aprovechados por los animales carroñeros que ya revolotean esperando nuestra descomposición.