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El virus chino

Avatar del Ignacio Granja

La verdad que esta dependencia con China es perjudicial. Parece que ellos vienen a llevarse el petróleo y los dólares con obras no bien ejecutadas y con sobreprecios importantes, ya que el reparto es grande.

Una vez mas el virus nos pasa factura. Esta vez con la draga y su venida a Guayaquil para el tan publicitado va porque va dragado de un sector del río Guayas.

No sería extraño que esa draga llegue en época de campaña para las elecciones seccionales en las que la actual funcionaria busca su reelección. Debe tener una vitalidad muy grande para querer continuar sacrificándose al servicio de la provincia. ¿Alguien le cree?

Seguramente quiere romper el récord del anterior prefecto que por 14 años mandó en la provincia, entregándola cercenada con la pérdida de la península de Santa Elena. Él también quiere volver. Asombroso.

Mientras tanto el sedimento del río aumenta y nadie dice nada sobre sus causas, de manera que en algunos años volverán las dragas y los concursos, amañados o no. Los habitantes de ese futuro mediato recordarán o a lo mejor ni saben de qué se trata.

La verdad que esta dependencia con China es perjudicial. Parece que ellos vienen a llevarse el petróleo y los dólares con obras no bien ejecutadas y con sobreprecios importantes, ya que el reparto es grande. Naturalmente ellos jamás van a perder. Aquí actúan de manera muy distinta a como se conducen en su tierra.

Y sigue el tema de la vacunación. Algunos se resisten y engrosan el número de fallecidos. Los detractores replican artículos de la prensa internacional opuesta al plan vacuna y algunos, médicos inclusive, dicen que no son animales de experimentación.

Y junto al tema expuesto, tengo que recalcar indignado, la actitud que han asumido los -defensores- de los ecuatorianos, encabezados por el del poncho rojo, que se pone bravo porque no lo llaman autoridad.

Amenazan con movilizaciones si no les aprueban lo que proponen en las mesas de trabajo donde el Gobierno se diluye y pierde la escasa credibilidad que le queda, al punto que cada propuesta se convierte en duda de su éxito.

No me cansaré de pedirle o recordarle al presidente que mientras el mamotreto esté vigente, el Ecuador entero se acerca de manera peligrosa al pantano o al abismo, con la complicidad anormal del pueblo, coloquialmente llamado EL SOBERANO.