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Inés Manzano | ¿Por qué importa lo que nos importa?

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¿Estamos listos para una política nacional de restauración y de compromiso con la naturaleza...?

Hace un par de días Robert Kennedy Jr. en una entrevista hizo una explicación de ¿cuál es la razón -para él- de proteger el ambiente? Inicia diciendo cuál no es la verdadera razón, la de darle una visión monetaria y poner todo el medio ambiente bajo una misma etiqueta de un ‘commoditie’, es decir todos iguales, todo lo cuantificamos. Cuando lo cierto es que la naturaleza no es igual en ninguna parte y menos en Ecuador, que a medida que vas de la zona marina costera cada 100 metros puedes encontrar una diversidad diferente y muy rica. Luego él sigue y dice que la razón es lo opuesto: protegemos el ambiente por la conexión espiritual que encontramos con este. Porque amamos a nuestros hijos y amamos cómo ellos se maravillan con la naturaleza. Pero la mejor parte de esa reflexión es cuando él dice que Dios nos ha hablado a través de varias vías, entre nosotros, de religiones estructuradas, de profetas, de sabios, de libros de esas religiones, pero nunca nos ha hablado con el detalle, textura, delicadeza y alegría de la creación, de la naturaleza. Si destruimos la naturaleza, destruimos la capacidad de sentir lo divino, de entender quién es Dios, nuestro propio potencial y responsabilidades como seres humanos.

¿Qué tiene la naturaleza? ¿Qué nos dice la naturaleza? ¿Qué sentido nos despierta? ¿Qué capacidades nos enfrenta a desarrollar? Yo confieso que si no fuera por las innumerables paradas en el camino a Cuenca, Vinces o Punta Blanca -a pedido de mi mamá-, la paciencia de mi papá en enseñarme, en dejarme ‘aburrir’ en medio de la naturaleza, no tuviera esta especialidad, pero tampoco esta profesión.

Y las grandes religiones describen este contacto con la naturaleza, enseñándonos cómo formaron caracteres y cómo definieron el propósito de vida, sea Jesús y sus 40 días en el desierto, o lo que sin duda hicieron otros líderes religiosos.

Las escuelas nórdicas dejan a sus niños tener en la escuela ese contacto con la naturaleza para que aprendan e innoven.

Si Dios nos habla a través de la naturaleza, ¿lo estamos escuchando?, ¿nos interesa?

El martes 27 de agosto entraba a la oficina de Galo Martínez Leisker en este Diario que tanto queremos, y le compartía que nuestros recursos naturales deben estar bien para el desarrollo y bienestar de los ciudadanos; y que una actividad ilícita como la minería no cabe en esa prioridad, hay que combatirla sin tregua. Así como todo aquello que no esté contribuyendo, como un municipio que no trata sus aguas residuales y contaminan cuerpos de agua; una actividad legal que no se hace responsable de sus productos posconsumo; un ciudadano que quema desechos agrícolas y causa un incendio forestal; una ONG que no rinde cuentas de sus actividades autorizadas; etc., etc. Los recursos naturales no pueden sintetizarse como las medicinas para el dolor de cabeza; son imprescindibles sí, pero sanos.

¿Estamos listos para una política nacional de restauración y de compromiso con la naturaleza, que nos provea de ‘ser’, pero también una política de desarrollo industrial, energético y comercial basada en la ciencia, en la naturaleza y en el bienestar? No lo sé, pero hay que iniciar el camino para ese gran pacto de hacer un Ecuador sabio y próspero.