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Inés Manzano | Ralph y yo

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¿Cómo me preparo para las pérdidas de mis padres, seres humanos a quienes adoro?

Dios reúne a los que se aman. Ese es mi consuelo.

Lo conocí el 5 de junio del 2018, arrastraba las orejas. Fue el segundo de ocho en llegar a nuestra casa. Nació el día de San José, 19 de marzo, y partió en mis brazos el miércoles 24 de julio. Nunca había perdido a un ser que ha estado 24/7 a mi lado. Sabía lo importante que éramos el uno para el otro, pero nunca me imaginé que mi corazón y mi alma se rompieran. Me he preguntado cómo estando consciente de tener tantas bendiciones, aun así la tristeza la he dejado estar. ¿Qué es la felicidad? ¿Cómo me preparo para las perdidas de mis padres, seres humanos a quienes adoro? Ciertamente ha sido mi amor por Ralph -y por ende su vacío- lo que me ha hecho parar a reflexionar.

Es un perro, de acuerdo, pero lo cuidas, lo mimas, le hablas, te ríes, lo corriges, le das espacio en tu vida y sofá, te das la vuelta porque te está mirando, lo llevas al veterinario, lo alimentas, le das medicina, estás pendiente, y sabes que nunca será independiente y dependerá de ti. ¿Qué mas mueve internamente “un Ralph”? La compasión, la responsabilidad, y te obliga a ser organizado, observador y amoroso. Te ven, te siguen, confían y extrañan a sus amos.

Todo esto le da sentido a lo que vas albergando, que aparte de amor es el ejercicio de valores en tu vida diaria, con tus mascotas, labores sociales, vida laboral y familiar.

Aristóteles, luego Santo Tomas de Aquino e incluso previamente Platón insistieron en conocer las virtudes (valores cristianos) a través del ejercicio de la bondad, la justicia, el amor, la templanza y otras.

En relación con la felicidad, Platón sugiere que está vinculada a vivir de acuerdo con la virtud y la armonía. Como los seres humanos desarrollamos vínculos afectivos somos seres en relación constante y parte de ese vínculo es desarrollar afectos con una mascota, por ejemplo. Los vínculos no deben ser utilitaristas, es decir, yo no puedo desmerecer el espacio, tiempo y dedicación hacia una mascota. Los minutos, horas, días, años no son desperdicios. Y la respuesta a sentir y vivir, hasta las penas, no puede ser “me compro otro perro”. Las mascotas no son parte de una colección, sino de una manera de vivir con responsabilidad.

¿Que el duelo es solo por la pérdida de seres humanos? Primero no es lo mismo que luto, que es un tema cultural o social, de formas, de cómo expresas la aflicción. El duelo es emocional, consiste en un conjunto de reacciones psicológicas y emocionales generadas por una pérdida significativa en la vida de la persona. Estas reacciones dan lugar a sentimientos de tristeza, soledad, enojo, culpa, incertidumbre y desesperanza. Entonces, si yo perdí a Ralph, yo estoy de duelo.

En el libro de Sabiduría hay algo hermoso que recordar: de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor. Dios hizo a Ralph bello, leal y único para mí. Si bien permite el dolor del vacío, también permite que me dé cuenta cuánto más hermoso, delicado y amoroso es Él. No sé a dónde van los perros al morir, o si van a algún lugar, porque entraría a la discusión de si tienen alma o no; solo espero que Dios me dé la dicha de verlos a mi lado cuando sea mi turno.