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Iñigo Balda: Cerrado por tiros

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¿Cómo actúo el gobierno nacional? AMLO salió en cadena nacional a decir que en Sinaloa no pasaba nada. ¿Y el gobernador?

“Llevo mucho tiempo cubriendo al narco, y jamás en todos estos años vi una guerra civil tan cruda, tan violenta como la que está viviendo Culiacán desde el arresto del ‘Mayo’ Zambada”. Estas son las palabras del periodista Ioan Grillo, quien lleva 24 años como corresponsal en México. Esa es la voz de una persona que lo ha visto todo en México, pero ya un millón de voces más, en Culiacán, capital del estado de Sinaloa, cuentan más de lo mismo. Es una situación única en el mundo en este momento, ocasionada por muchos factores.

El detonante en este momento de la desesperada situación que vive Culiacán es la disputa por el poder del cartel de Sinaloa, uno de los más poderosos del mundo; tenemos la desgracia de que este opere en nuestro país desde que las “décadas ganadas”.

El cartel era bicéfalo, con ‘Mayo’ Zambada y el ‘Chapo’ Guzmán operándolo, uno en primera fila, y el otro detrás. Estos dos tenían su gente de confianza, que convivían, con fricciones obviamente, en una especie de guerra fría.

La detención del Chapo trajo problemas, ya que sus hijos y sus lugartenientes (conocidos como los chapitos) querían ocupar su lugar, mientras que el Mayo quería aprovechar para centralizar el mando de la ‘plaza’. Esto ha llevado a que la tensión crezca por el poder de la organización criminal, hasta el punto de que parecería que los chapitos pactaron con la DEA en Estados Unidos la entrega de Zambada, lo que descabezó el cartel, dejando el vacío de poder que lleva a la guerra civil en Culiacán.

El gobierno mexicano alzó la voz por la detención de Zambada, y a nadie sorprendió, ya que los lazos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con el cartel de Sinaloa son evidentes.

Lo más impactante que hemos visto en estos días ha sido la violencia. Normalmente los enfrentamientos entre narcos son en pueblos que ya están metidos en ese mundo, cerca de plantaciones o en rutas. Es la primera vez que ocurre en una gran urbe.

Culiacán es una ciudad de más de un millón de habitantes, con una vibrante vida comercial, cultural y social, como cualquier capital de provincia, estado en este caso. Al comenzar los tiroteos en lugares públicos la gente empezó a cerrar sus negocios, los colegios cerraron, el transporte público decidió dejar de operar por falta de conductores. La gente se encerró en sus casas, como en lo peor de la pandemia del COVID-19, por miedo a verse envueltos o castigados en algo que no eran con ellos.

¿Cómo actúo el gobierno nacional? AMLO salió en cadena nacional a decir que en Sinaloa no pasaba nada. ¿Y el gobernador? Lo mismo, a pesar de que el mensaje lo dio desde un búnker en la casa de su hijo, en una urbanización cerrada.

Morena, el partido de izquierdas que gobierna en México y Sinaloa, es cómplice del horror una vez más.

Imagínense el centro de una ciudad muy viva, llena de comercios, y sus dueños y trabajadores impulsados a cerrar operaciones, estando lleno transeúntes y compradores, en medio del bullicio y el tráfico de una ciudad viva, a pesar de todos los problemas. Ahora imagínense que esa ciudad es Guayaquil, y que tiene que cerrar por tiroteos, como el del lunes en la explanada del teatro Centro de Arte, pero en toda la ciudad. ¿Estamos tan lejos de esta realidad?