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Iñigo Balda | La desesperanza y la resiliencia

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El 2024 va a venir con fuerza, y con muchas curvas en el contexto internacional y local

El 10 de agosto de 2022 volvieron a asomar las llamadas “piedras del hambre” en los lechos de distintos ríos del viejo continente. ¿Qué son las piedras del hambre? Son advertencias talladas en piedras que pertenecen a los lechos de distintos ríos en Alemania y Chequia, que solo se pueden leer cuando los niveles de agua son extremadamente bajos. La más vieja es de 1417. Se las llama piedras del hambre porque el nivel bajo de los ríos está estrechamente relacionado con malas cosechas y por ende hambrunas eventualmente. Estas advertencias siempre han generado pánico y desazón cuando son encontradas, y cuando volvieron a aparecer en 2022 no se equivocaron. Hay una muy específica que dio la vuelta al mundo el año pasado y en la que me quiero centrar. En esta piedra tallada podemos leer el siguiente mensaje: “Si me ves, llora”. La desesperanza que se apoderaba de nuestros antepasados al leer estos mensajes en forma de advertencias son muy parecidos a la desesperanza que vivimos al día de hoy, al ser bombardeados por todo tipo de noticias negativas, un día sí y otro también.

Tenemos muchas razones para estar desesperanzados con el año que entra. Vivimos en un tiempo donde la seguridad en gran parte del mundo es complicada, ni que mencionar en nuestro querido país. Todos los días tenemos noticias de algún nuevo escándalo de corrupción y malversación de dinero público que va a enriquecer a unos en lugar de cumplir su cometido de mejorar las vidas de los ciudadanos. Desde la crisis del COVID hay muchas economías que todavía no se han recuperado y para empeorar aún más las cosas, las tensiones internacionales van ‘in crescendo’, al punto que estamos viviendo dos conflictos armados de alto perfil, con muchos jugadores en el tablero secundario. Es normal que con todo esto la desesperanza se apodere de nosotros. “Si me ves, llora”.

 Hay miles de motivos para estar desazonados, pero no nos olvidemos de la resiliencia humana. Nos podemos hundir, pero también somos capaces de salir de esos baches y crear maravillas. Cuando la peste bubónica se apodero de todo, matando a un tercio de la población mundial, la desesperanza acampaba a sus anchas, pero pudimos salir de ella y crear una de las épocas más brillantes de la historia: el Renacimiento. Cuando un equipo de rugby uruguayo se accidentó en los Andes chilenos, al pasar los días y darse cuenta de que no iban a ser rescatados, ¿qué hicieron? Alimentaron a los dos más fuertes y los enviaron a buscar ayuda. La fe es inquebrantable en el hombre, siempre y cuando la sepamos alimentar correctamente.

El domingo es Navidad, y el próximo domingo es Año Nuevo. El 2024 va a venir con fuerza, y con muchas curvas en el contexto internacional y local. Yo soy creyente, y me gusta pensar que con el nacimiento del Niño Dios llega un nuevo año. Si bien nosotros solos no podemos mejorar el mundo, lo que sí podemos es mejorarnos a nosotros mismos, tener fe en nosotros y ser resilientes. Debemos buscar fuerzas dentro de nosotros para sacar adelante cualquier reto que venga, sabiendo que habrá bajones y caídas. Pero si somos nuestras mejores versiones es difícil que la desesperanza se apodere de nosotros. Feliz Navidad y próspero 2024.