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Iñigo Balda | Gloria al bravo pueblo

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Si algún político que celebra la ‘victoria’ del régimen bolivariano, qué hubiera pasado de haber seguido en el poder

El domingo todo el mundo esperaba ansiosamente los resultados de las elecciones venezolanas para saber si todas las encuestas tenían razón y había un cambio de rumbo después de más de 20 años de chavismo, que han llevado a uno de los países más prósperos del continente a ser uno de los más pobres del mundo, destruyendo una economía boyante, una clase media predominante y un destino turístico de primera mientras ‘construían’ el estado bolivariano de pobreza comunista actual.

Al llegar el momento de los resultados, estos se demoraban en llegar, y cuando llegaron, para sorpresa de todos, Maduro se había hecho con el 51 % de votos, ganando por seis años más el poder.

La esperanza es lo último que se pierde y el venezolano es un pueblo que vive con la esperanza de sacarse el yugo autoimpuesto hace 20 años y que la mayoría ya repudia; pero el comunismo, las dictaduras y lo peor que ha visto el ser humano puede llegar al poder por las urnas, aunque como las garrapatas chupasangre que son, salir por ellas es imposible.

El político inglés Lord Acton decía que “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Hay miles de casos de políticos idealistas que eran unas personas antes de llegar al poder, pero que una vez que lo saborearon se fueron corrompiendo, y ya afianzados en el poder se terminaron de dañar. El caso de Chávez y posteriormente de Maduro, es solo uno de aquellos que actualmente se dan en nuestro continente, pero es uno de los casos más palpables por la situación que tenía Venezuela al llegar al poder. Hoy en día hablamos de un país integrado por 29 millones de venezolanos, de los cuales al menos 8 millones viven fuera, huyendo de la miseria que ha traído el chavismo: un tercio de la población.

 El domingo se comenzaron a cerrar colegios electorales con cientos de personas haciendo fila en sus exteriores, dejando solo entrar a personal reconocido y a militares, o a miembros de la guardia pretoriana de Maduro. Más tarde las milicias bolivarianas entraban a la fuerza a llevarse máquinas de votación. Se prohibió el acceso de la oposición al CNE y a otros centros de cómputo de votos. Pero ya desde el viernes vimos cómo se prohibía la entrada a políticos de prestigio de todo el mundo que llegaban invitados por la oposición para ser observadores de los comicios. Alguno, amigo mío en este caso, llegó a entrar a Venezuela, solo para ser apresado desde el hotel, llevado a un calabozo, humillado y deportado. Esto hacen con políticos extranjeros, ¿qué no harán con su pueblo?

La verdad es que nada de lo que ha pasado en estos días nos debería de sorprender. ¡Como si no conociéramos lo que es el chavismo y la revolución bolivariana!

Si había algún iluso que pensaba que eso era una democracia ya debería replantearse su idea.

Si ven algún político que celebra la ‘victoria’ del régimen bolivariano, pónganse a pensar qué hubiera pasado en esa tierra, o en esta, de haber seguido en el poder. Mientras tanto, los venezolanos ya han llegado a al punto máximo de hartazgo y se han lanzado a las calles.

Gloria al bravo pueblo que al yugo enfrenta. El resto tenemos el deber moral de ayudar en su lucha contra el dictador y recuperar Venezuela para su gente.