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Iñigo Balda | Hablemos de Francia

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Este choque entre comunidades olvidadas en el extrarradio creó un sistema paralelo, con una ley paralela

El domingo se celebraron las elecciones legislativas francesas, convocadas por el presidente Emmanuel Macron, como consecuencia del descalabro de su agrupación Ensemble (ENS!) en las elecciones al Parlamento Europeo.

Macron esperaba ganar en las elecciones legislativas creando miedo por la victoria del partido de derecha fuerte Rassemblement National (RN) con el discurso de “que viene la derechona”, y mejorar su capacidad de gobernar consiguiendo mayoría en la Asamblea. El error de cálculo del presidente francés no fue el haber convocado las elecciones legislativas pensando que iba a ganar, y perder sonoramente. El error fue no entender por qué vienen silenciosamente ascendiendo los de Le Pen desde que Jean Marie Le Pen llegase ‘sorpresivamente’ a la segunda vuelta presidencial en 2002, a arrasar en las elecciones de representantes franceses al Parlamento Europeo (circunscripción única nacional), y ahora a una sonada victoria en la primera vuelta de la legislativas del domingo pasado.

Después de la descolonización francesa de África, muchos decidieron emigrar a Francia. Poco a poco, de ser miles pasaron a ser cientos de miles y Francia decidió dar ‘soluciones habitacionales’ a estos en los extrarradios de las grandes urbes, los famosos ‘banlieues’. Cuarenta años después, dos y hasta tres generaciones han crecidos marginadas y olvidadas por el sistema (perfectamente visible en la sensacional película La Haine, 1995) que no solo no se sienten parte de un sistema roto, sino que no se sienten franceses en muchos de los casos. A esto hay que aumentar que ahora a este coctel molotov hay que añadir la masiva llegada en los últimos años de inmigrantes ilegales, que arriban con ganas de subvenciones y otros privilegios, y que en muchos casos terminan traficando. Este choque entre comunidades olvidadas en el extrarradio creó un sistema paralelo, con una ley paralela, ya que en muchos ‘banlieues’ ni la Policía ni la justicia ni el Estado existen, y poco a poco han ido regándose a las grandes urbes, siendo cada vez más visibles en el día a día de los franceses.

 En algunas ciudades, como Marsella, esto pasó antes que en el resto de Francia. Este es uno de los lugares donde RN siempre ha sido fuerte. El otro lugar donde siempre han sido fuertes está al norte, en Calais, donde los inmigrantes ilegales que esperan cruzar el canal de la Mancha acampan a sus a anchas hasta poder pasar al Reino Unido. Aquí es donde Jean Marie Le Pen se hizo fuerte. Su hija, Marine Le Pen, como presidenta del partido le dio un giro más amigable y le cambió la marca (pero no las siglas). El crecimiento de RN no es casual, ha ido creciendo al ritmo de la inseguridad en Francia. Disturbios, protestas violentas y el acabose que sonrojó a Francia a nivel internacional: la final de la Champions 2022.

Los partidos de izquierdas dicen que no es un problema, que son el crisol de la nueva Francia; Macron, que es algo que está bajo control y que hay otros problemas más importantes que atender. Hay franceses que no están de acuerdo y votan a quien les promete mano dura con la inmigración e inseguridad como único gran punto. Estos pueden tener mayoría absoluta legislativa el próximo lunes.