Iñigo Balda: Impunidad política
Si pensamos que esto es un mal solo de sitios que consideramos poco democráticos, no es el caso
El gran problema del siglo XXI son los políticos de carrera. No es la primera vez que lo digo, no es la última vez que lo diré. La política es el gran causante de los enfrentamientos que tenemos, la mayoría artificiales, y parten de la necesidad de lo políticos de captar votos de algún lugar. Si divides y pones membretes a todo, es más fácil concentrar votos.
Es una vergüenza que encima tiene efecto dominó y ha empujado a gente válida, con vocación de servicio a su país, fuera de, no solo la política, sino también el servicio público. Cada vez son peores las personas que llegan a cargos importantes y que muchas veces deben favores por llegar allí. Esa es una de las razones por las cuales los políticos están tan interesados en engordar la cantidad de servicios públicos: poder enchufar gente y que les paguemos todos.
Esta concentración de poder en todos los campos y servicios, incluido el judicial, lleva a que los políticos que más tiempo lleven en el poder, o que lo han dejado después de mucho tiempo y cambiado todo el sistema a su favor, tengan un gran sentido de impunidad.
Esa impunidad antes era ‘tapiñada’. El político corrupto o transgresor de antaño podía al menos disimular. El actual no tiene interés en hacerlo, sino en demostrar el poder que tiene, sobre todo ante el opositor. Ello está llevando a una creciente ola de regímenes que en teoría son democráticos, pero que operan como dictaduras de voluntad popular, ya que son elegidas, pero ya en el poder actúan como dictadores.
Ahora, cuando hablo de impunidad no me refiero a corrupción, eso ya es un mal tan endémico en la sociedad actual que en algunos lugares hasta lo han legalizado (’lobbying’ lo llaman). Con impunidad me refiero a asesinatos cometidos por razones políticas, que es muy claro a quién beneficia, y que se resuelven sin una gran investigación y de mala manera. El gran jerarca de este tipo de asesinatos es Vladimir Putin. Agentes de inteligencia, opositores, periodistas, y un largo etc. han desaparecido; con crímenes resueltos de aquella manera, todos sabemos quién fue, pero nunca le pasa nada. Esa impunidad es la que lo lleva a intentar ‘rescatar’ a Crimea de Ucrania, pensando que con esa también se iba a poder escapar.
Si pensamos que esto es un mal solo de sitios que consideramos poco democráticos, no es el caso. En Estados Unidos apareció muerto “por suicidio” en su celda Epstein, quien al ser detenido estaba muy por la labor de cantar todo lo que sabía. Estaba en una celda especial, de vigilancia especial por cámaras desde otro cuarto, y justo cuando ocurrió no había nadie viendo. Raro. No se investigó nada. En América tenemos los casos del fiscal en Argentina y en Guatemala, que investigaban a los gobiernos de turno, implicándolos en redes de corrupción enormes. Las investigaciones se cerraron más rápido de lo que se agota el agua helada en estos días de calor.
El caso más lapidario es el asesinato de Kashoggi, periodista disidente saudí en la embajada del país arábigo en Turquía, donde iba a una reunión. No hubo investigación, Arabia no tuvo problema en admitir que sí habían sido ellos. Ni Turquía puso sanción. A ver qué pasa con Villavicencio.