lIñigo Balda: Lavado, no legado
Lo más impresionante fue ir al casco antiguo de Saint Denis, una de las ciudades más peligrosas de Francia
El legado de los juegos olímpicos siempre se lo debe ver con retrospectiva. Muchas ciudades ofrecen durante los juegos un oasis de lo que son. No hay mejor ejemplo que Atenas 2004. La capital helena mostró su mejor y más limpia cara, construyendo un ‘legado’ para el deporte griego. Al día de hoy, la gran mayoría de estructuras yacen en estado de abandono, sin ningún mantenimiento, siendo lentamente devorados por la maleza y la arena.
Los juegos de París 2024 acaban de terminar. Yo estuve personalmente allí y, viajando seguido a París, les puede asegurar que jamás la he visto más limpia, más ordenada y menos congestionada. Es verdad que mucho tiene que ver que los turistas normales evitaron la ciudad, y que los residentes decidieron abandonarla, pero eso no quita lo limpia que estaba una ciudad que no lo suele ser.
Con muchas de las estructuras de los juegos siendo temporales o ya existentes, ¿cuál es el legado que puede dejar París 2024?
Yo no estuve en la final de la Liga de Campeones en el estadio de Saint Denis, evento que levantó todas las suspicacias sobre la capacidad de la capital francesa de poder organizar un evento a gran escala, peor organizar más de 300 eventos, muchos en simultáneo, como son unos juegos olímpicos. Pero sí conozco bastantes personas que estuvieron en distintos puntos del estadio y narraban un descontrol y desorganización nunca vistos; el París que todos conocemos, del que he escrito en otras oportunidades.
Durante los juegos el municipio de París consiguió que la limpieza de las calles sea diaria, consiguió sacar de las calles a los sintecho (en una medida polémica), ya que fueron reubicados en otras urbes, y consiguió dar sensación de seguridad poniendo un policía casi cada cinco metros (con ayuda de más de 90 países que enviaron efectivos propios para ayudar a blindar los juegos).
Lo más impresionante fue ir al casco antiguo de Saint Denis, una de las ciudades más peligrosas de Francia, caminando sin ningún problema, sin ningún miedo. La pregunta es: ¿esta tregua de serenidad y limpieza será el legado de París? La respuesta la dirá el tiempo, pero se las adelanto: no.
París lo que ha hecho durante dos semanas y media es un paripé de limpieza de imagen de cara a la prensa mundial, que desde todas las esquinas del planeta se dio cita en los Juegos Olímpicos y volverán a sus países pasadas las Olimpiadas, después de las cuales regresarán a Los Ángeles, otra ciudad con sus propios demonios de imagen, para la celebración de sus Juegos Olímpicos.
Los problemas de París son los problemas de Francia. Y los problemas de Francia son, en gran parte, los problemas de gran parte de Occidente: un mal manejo de la inmigración, llevando a una sustitución de la población europea por una islámica, en su gran mayoría sin ninguna intención de adaptarse a donde han venido a ‘buscar una mejor vida’, sino queriendo adaptar estos países a aquellos de donde salieron.
Occidente mira de cara a su futuro, y este responde en árabe debido a la baja tasa de natalidad de los nativos, debido a un millar de razones, contra la alta tasa de los inmigrantes musulmanes, muchos de los cuales viven de subsidios del gobierno, y no pagan impuestos. ¿Estamos a tiempo de revertirlo?