Iñigo Balda | Males del nuevo siglo
Mientras, tanto demócratas como republicanos han empezado el juego de echarse las culpas políticas
Parecía que los grandes incendios que asolaban a una gran metrópoli eran cosa del siglo XIX, cuando las calles aún eran iluminadas con antorchas y lámparas a fuego, y la gran mayoría de construcciones de madera pintada con un barniz muy inflamable.
Parecía que esos días habían pasado con la llegada de la luz eléctrica y que los incendios pasaban a ser cosas más controladas y accidentales.
Parecía, pero la realidad con la que nos topamos hoy en día es que grandes catástrofes mundiales que incluyen al fuego como gran estrella se están volviendo cada día más cotidianos. Desde Australia, España, Quito, hasta la ciudad de Los Ángeles, pasando por iglesias de medio Europa, la lumbre quema más que símbolos y hogares, está quemando nuestra paciencia.
Muchas culturas milenarias dicen que el fuego purifica. Con lo que llevamos en los últimos años el mundo debería estar purificado hasta el año 4.000. Esto no parece que sea algo que se va a detener en un futuro cercano, ya que es normal que haya incendios forestales. A veces cae un rayo y prende fuego en estaciones secas, pero esos son relativamente fáciles de apagar en casi todos los casos. Hay otros en los que se da la tormenta perfecta y se complican de cierto modo. Pero lo preocupante es que todo parece indicar que la gran mayoría de incendios son, a día de hoy, provocados por personas malintencionados, algunos por ser pirómanos, otros por fanatismo religioso, y en algunos casos personas interesadas en decir que los incendios son parte del cambio climático. En todos los casos, gente enferma con afán de daño gratuito.
Actualmente los incendios que se han producido alrededor de la segunda ciudad más grande de los Estados Unidos están devorando barrios enteros sin control, ya que el departamento de bomberos de esa urbe está completamente desbordado, al punto que se ha prohibido la limpieza de los suelos de los bosques alrededor de ella (como en muchos de los bosques del mundo por parte de ambientalistas), y a esta tormenta perfecta hay que añadirle que muchos de los puntos de agua para dar batalla a los incendios se encontraban secos, ya que la demanda para pelear contra los incendios en muchos puntos de la ciudad se desbordó y las bombas que envían agua a hacia ella no podían hacerlo lo suficientemente rápido como para poder compensar las cantidades que se están usando para combatir los incendios.
Mientras, tanto demócratas como republicanos han empezado el juego de echarse las culpas políticas, cuando todavía hay barrios enteros que están siendo devorados por las llamas. Es un ejemplo más de que los políticos no están a la altura de los eventos corrientes, y desde luego de los ciudadanos, que se han volcado con sus vecinos y conciudadanos buscándoles hogar a aquellos que han sido evacuados y a los que directamente lo han perdido, así como ropa y elementos básicos de higiene.
Una y otra vez somos los ciudadanos los que demostramos que estamos a la altura de los acontecimientos, y los políticos aquellos a quienes solo les importa su silla y sueldo público. Lo vimos en nuestro país con el terremoto de Manta, lo vimos en España con las inundaciones y lo estamos viendo en Estados Unidos.
El mundo tiene un virus mortal y se llama políticos de carrera.