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Iñigo Balda: A largo plazo

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Nadie en la política moderna tiene la mira puesta en el largo plazo, y por ende en la necesidad real de la gente

Uno de los grandes pecados de los políticos, desde siempre, pero que se ha asentado mucho más en las últimas décadas, es la omisión de los gobiernos por planificación, bajo la premisa de “para qué voy a hacer un gran obra necesaria si es que hay una posibilidad de que yo no la inaugure?”.

El mayor y más destacado ejemplo de esto lo podemos ver en nuestro país con el caso de Gabriel García Moreno.

Fue él quien promovió, ejecutó y comenzó la construcción del ferrocarril Quito- Durán; pero fue recién en el gobierno del general Eloy Alfaro cuando finalmente se terminó la obra. Por lo tanto es este presidente a quien los ecuatorianos siempre asociamos con el ferrocarril.

Nadie en la política moderna tiene la mira puesta en el largo plazo, y por ende en la necesidad real de la gente, sino que más bien se enfocan en las obras realizables en el corto plazo, para que sea posible verlo cortar la cinta en el día de la inauguración.

Cuando pienso en grandes obras de infraestructura civil no puedo dejar de recordar a los antiguos romanos y todas las maravillas que construían para beneficio del imperio.

¿Hay que llevar agua del punto a al punto b? Entonces decidieron construir acueductos, edificados con lo mejores materiales disponibles, y de la forma más resistente posible. Si se demoraban tres años o diez era indiferente; la solución debe de ser duradera.

Al día de hoy todavía podemos ver estas obras de la ingeniería civil vivas, muchas están funcionando aún, paradas y viendo pasar los siglos.

Eran unos adelantados a los cuales debemos de envidiar.

¿Se imaginan si la solución hubiera sido hacer simplemente un parche para que el gobernador local pudiera colgarse la medalla de la inauguración?

Pues, lastimosamente, esa es la realidad de nuestro país.

No es nuevo el problema de la crisis eléctrica.

Tenemos un sistema eléctrico casi únicamente basado en la generación de energía hidroeléctrica mediante la operación de grandes presas, muy susceptibles a los estiajes, como el que justamente estamos viviendo en estos momentos.

Después de la última gran crisis que se dio durante el gobierno de Sixto Durán Ballén, hubo iniciativas privadas para solucionar el problema, no solamente a corto plazo, sino propuestas que buscaban convertir al Ecuador en una potencia en venta de energía eléctrica generada en el país con base en un sistema mixto de generación eléctrica y minipresas que necesitan mucho menos caudal.

Además se buscaba la reutilización del agua para la generación de electricidad infinitamente.

El Estado, obviamente, detuvo la iniciativa ya que el manejo de la provisión del servicio de electricidad constituye una gran manera de controlar a la población.

En lugar de acoger la idea y ejecutarla, que es lo que haría un gobierno con planificación a futuro, simplemente se implementaron obras parches para poder inaugurarlas, ponerse la medallita y tomarse la foto.

En nuestro país, casi todos los graves problemas que enfrenta solo se los va a poder solucionar en el largo plazo.

¿Hay para las elecciones del próximo año algún candidato al que le dé igual impulsar obras que sabe que no va a poder inaugurarlas durante su periodo de gobierno, pero que sí que van a cambiar la vida de todos para bien?