Iñigo Balda | Política de temperamento
...en los proyectos en que se gastaba no siempre eran para el bien de una relación
La presidencia de Donald Trump ha empezado con grandes decisiones en el ámbito internacional, todas ellas empujadas desde la bravuconada. A base de amenazar con imponer sanciones arancelarias, el presidente norteamericano ha conseguido que México vuelva a patrullar la frontera, que Canadá ponga más énfasis en la lucha contra el fentanilo en sus fronteras y que el presidente colombiano Petro acepte las devoluciones de ciudadanos colombianos expulsado de Estados Unidos, en plena campaña en contra. Aparte de eso, salirse de algunas organizaciones internacionales, del tratado climático de París e imponer aranceles apuntados a la industria europea. Trump no ha perdido tiempo en imponer una agenda basada en lo que más ha repetido en su campaña: “América primero”.
La agenda es fácil de comprender: EE. UU. lleva dando tumbos en relaciones internacionales desde hace 16 años, incluyendo cuatro años de presidencia Trump, y ahora hay que volver a reflotar la reputación de respeto del país.
Una de las decisiones más controvertidas es el desmantelamiento de USAID, la agencia de ayuda humanitaria del país, que ha sido uno de los objetivos principales del ‘alguacil’ del gasto público, el excéntrico multibillonario Elon Musk, al que Trump encargó aplicar la fórmula de Milei de recortar el gasto público. Musk entró con fuerza en USAID y ha cerrado el grifo de todas las subvenciones que entregaba. ¿De forma definitiva? Nadie sabe, pero están saliendo informaciones de las subvenciones que daban que no dejan en buen lugar a las anteriores administraciones, demostrando que el gasto en diplomacia blanda por parte de los Estados Unidos era grande, pero en los proyectos en que se gastaba no siempre eran para el bien de una relación, sino que eran puramente por acción ideológica; y justamente esto es lo que quieren cortar.
Como contrapartida, miles de proyectos de beneficio para la humanidad se han visto afectados. Tengo un gran amigo que trabaja con pozos de agua y otros proyectos en África y el sudeste asiático, que ha visto cómo los fondos públicos con los que trabajan han desaparecido de la noche a la mañana; teniendo que trabajar solo con los privados con los que cuentan, cortando en más de tres cuartas partes las acciones que van a poder hacer este año. Conversando con él, ellos creen que la intervención en USAID no es para desmantelarla y desaparecerla, sino más bien para darle una vuelta, deshacerse de todos los proyectos que son un cargo innecesario e injustificado al erario. Así, en seis meses los proyectos de ayuda de verdad tendrán sus presupuestos de vuelta, puede que con una partida menor. Mientras tanto, toca ajustarse el cinturón.
Trump puede ponerse bravucón porque lo respalda con resultados inmediatos, ya veremos qué pasa a la larga. En el frente nacional vemos cómo el presidente Noboa ha copiado el estilo bravucón con la implantación de aranceles a México, que apenas va a sentir sus efectos; en cambio debilita más la relación entre los dos países. Puede que haya sido una treta electoral, pero el mayor problema del país, que es la violencia diaria en nuestras calles, sigue sin encontrar a ese presidente ‘bravucón’ o de mano firme que tanto necesitamos.