Iñigo Balda | Siria y la construcción imposible
Siria es un país devastado por la guerra, que ahora se encuentra en una encrucijada complicada
Cuando cae un régimen autoritario, la alegría lo acapara todo. Tenemos recientes las celebraciones en las calles de Homs, Alepo y Damasco cuando la semana pasada cayó, después de más de un lustro de guerra civil, el régimen de los Al-Assad en Siria. La gran pregunta que queda en el aire después de que pasan sucesos históricos como este, como cuando cayó Gadafi en Libia es, ¿y ahora?, ¿qué pasa?
Hacer caer a un régimen autoritario que llevan tanto tiempo abusando del poder muchas veces es lo fácil, dentro de la dificultad de lograrlo.
Unir en la lucha, unir para destruir es fácil si lo ponemos ante el enorme reto de unir para construir; eso sí que es un reto mayúsculo.
La guerra civil siria terminó como parecía que iba a terminar, con Bashar al-Assad huyendo, al apuro, a Moscú, donde Vladimir Putin le concedió de inmediato asilo político. La caída del régimen de Al-Assad abre un telón importante en cuanto a la reconstrucción de una zona muy delicada, en la que hay muchos actores internacionales presentes y que está en un sitio estratégico entre Oriente y Occidente.
En Siria tenemos, como ganadores de la guerra civil, a los llamados “rebeldes”, que se llaman en verdad Hayat Tahrir al Sham, y son un grupo islamista radical, aunque moderado, según ellos mismos. Han pasado por las filas de Al Qaeda y tuvieron un breve coqueteó con el Estado Islámico, pero se distanciaron y enfrentaron a las células de estos en Siria al proponer una forma distinta de islamismo radical. Estos son los que hoy gobiernan el país. Hay que tener en cuenta que el régimen de Al-Assad tenía dos grandes apoyos: Rusia e Irán, sobre todo este último, por lo que Irán ha pasado a ser el enemigo número uno de Siria. Esto cortó de inmediato todo envío directo vía terrestre de armamento y financiación a Hezbolá y a Hamás.
En Siria tenemos, aparte, dos bases rusas, que son las que le dan acceso inmediato al Mar Mediterráneo a Putin, bases que peligran en este momento debido al fuerte apoyo del gobierno ruso al régimen extinguido. Veremos cómo avanza esto, ya que Rusia quiere sentarse a negociar las bases, y ahora tienen a Al-Assad como posible carta de canje, por si alguien cree que Putin no pensó en eso cuando lo aceptó como asilado. Aparte tenemos a los Kurdos en el norte, con apoyo de Estados Unidos (por el momento), quienes fueron lo que más se enfrentaron al Estado Islámico, aunque también a grupos sirios financiados por Turquía ante el miedo de que se pueda crear un Kurdistán (los kurdos son el mayor grupo étnico del mundo sin un Estado y llevan muchísimos años peleando por establecer uno, siendo Turquía uno de los mayores centros de kurdos en el mundo). La región que ocupan hoy los kurdos es esencial para la Siria que vendrá, ya que es la zona de los pozos petrolíferos y el principal granero del país.
Siria es un país devastado por la guerra, que ahora se encuentra en una encrucijada complicada, con grupos armados y volátiles.
En Libia fue imposible ponerlos de acuerdo y allí siguen entregados a las armas.
¿Qué pasará en Siria? Difícil adivinar, pero lo que queda claro es que nunca es fácil sentarse a dialogar para construir. Lo vemos diario en aquí, un país sin guerras civiles.