El 23J de España

La lección que le queda, una vez más, a la derecha es que pelearse entre ellos no lleva a ningún lugar
El 23 de julio se celebraron las elecciones presidenciales en España.
Si bien 2023 era año electoral en el país ibérico, el varapalo electoral sufrido por el Partido Socialista del presidente Pedro Sánchez en las elecciones municipales y de la mayoría de las comunidades autónomas fue tan grande que decidió adelantar las elecciones ante la sorpresa de todos los grupos parlamentarios, que se encontraron, después de terminar una campaña, con pocas semanas para armar listas y volver a poner la maquinaria de campaña en funcionamiento.
Los resultados de los comicios no solo no dejaron a nadie indiferente, sino que también han dejado un panorama muy complicado de cara a la gobernabilidad en España para los siguientes años, de concretarse un gobierno.
Dentro del Partido Popular la noche del 23J se vivió como un fracaso. Si bien fueron la fuerza más votada, llevaban semana y media designando ministros con triunfalismo después de un debate en que arrasó con Sánchez, aprovechando para desaparecer del otro debate programado entre los cuatro grandes partidos, y centrándose en atacar a todo lo que se encontraba a su derecha, pensando en robar votos allí vendiendo la idea de voto útil, a su vez de seguir la estrategia de la izquierda de atacar a la derecha a ver si robaba votos por allí. Obviamente no funcionó.
En el otro lado de la vereda, en la sede socialista se vivió una fiesta tremenda. Ni pactar con ETA/Bildu, ni ceder en materia de excarcelación de terroristas con varias muertes a sus espaldas, ni perdonar a los golpistas independentistas catalanes, ni subir impuestos, ni cambiar una ley para facilitar la excarcelación de violadores le pasó factura al PSEO; es más, ganaban dos diputados.
Pedro Sánchez se empieza a ver invencible, y tiene razones para ello: nada parece pasarle factura, ni saltarse la Constitución hasta en tres ocasiones. Pero para seguir gobernando, y es desde luego su intención, debe moverse por un terreno mucho más pantanoso que antes, ya que necesita el voto a favor de todas las fuerzas independentistas, que ya en campaña y poselecciones han avisado que esta vez la factura va a ser mucho más cara que en la anterior.
Sánchez necesita todos los votos a favor de su investidura, no le valen las abstenciones. Feijóo en cambio tiene complicado ser investido a pesar de haber ganado. No quiere pactar con VOX, que tampoco quiere ceder sus votos de gratis, pero ninguna otra formación quiere pactar con ellos. La lección que le queda, una vez más, a la derecha es que pelearse entre ellos no lleva a ningún lugar, mucho menos cuando la izquierda puede ver más allá de sus diferencias para llegar al poder y allí pelearse.
El PP le exige a Sánchez, en modo pataleta, que por ellos ser los más votados deben gobernar, sin tener en cuenta que en un sistema parlamentario es quien gobierna el que consigue los apoyos, y Sánchez ha demostrado que es capaz de ceder en TODO con tal de gobernar.
Los Independentistas ahora le han dicho que lo que piden son amnistías por crímenes políticos y referéndums de autodeterminación vinculantes para el País Vasco y Cataluña. ¿Cederá también en estas cosas?
Ya sabemos que cumplir la Constitución no es un impedimento para Sánchez.