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Mucho que celebrar

Avatar del Iñigo Balda

Ingenuo es el que diga que no tiene sangre indígena dentro de sí; es más, una gran parte de españoles tiene sangre indígena dentro de ellos y no lo sabe

Hoy es 12 de octubre y la creciente ola que se ha instaurado es “no hay nada que celebrar”. ¿Cómo que no hay nada que celebrar? No se celebra la llegada de Colón, se celebra la conexión entre dos culturas que pasarían a convivir y complementarse entre sí y se escoge este día por el hito.

Nuestro continente tiene muchos defectos y el principal es el de despreciar lo que somos y no reivindicarlo. Es un mal que Hispanoamérica comparte con España, como no podía ser de otra manera, ya que somos retazos de la misma tela, y en América encima más colorida y enriquecida culturalmente con las miles de naciones indígenas que siguen existiendo en nuestro continente.

No soy ingenuo. Sé que se cometieron abusos, sé que existía un sistema injusto, la gran mayoría concentrados en los primeros 50 años de la llegada de los españoles a nuestra tierra y todos ellos deleznables, pero poco fuera de lo normal para la época. Es más, a pesar de todo lo negativo es mucho más justo que el impuesto en Canadá o Estados Unidos por franceses e ingleses, que el sistema de castas de la India o en China en la misma época.

En muchos casos es muy fácil centrarse en lo negativo en lugar de lo positivo, pero alzad la mirada. Es imposible negarse a lo que en nuestro continente es evidente: mientras Estados Unidos, por ejemplo, era una colonia, nuestros países pasaron rápidamente de ser colonias a ser España, con representación parlamentaria cuando hubo parlamento en España, algo que los gringos jamás tuvieron.

“Devuelvan el oro” es la frase que le dice cualquier ecuatoriano medio a un español cuando lo conoces, normalmente en broma, pero con cierto resentimiento; sin embargo, lo que no tienen en cuenta es la realidad: más del 80 % del oro extraído en la época española sigue en América, y el que salía lo hacía para pagarse las costosas guerras de la época en Europa, o era saqueado por piratas ingleses, ya sea mientras se transportaba entre los virreinatos o directamente en las ciudades.

¿Pero dónde está ese oro? Ese oro, esa plata se usaron para pagar todas esas joyas arquitectónicas que tenemos por todo el continente, como el casco antiguo de Quito o el de Cuenca, ciudades como Potosí, Buenos Aires, Cartagena de Indias y Antigua. Puertos como el de Guayaquil, Callao o Veracruz.

Lima y Ciudad de México, al momento de las independencias eran las dos ciudades más ricas del mundo. Hispanoamérica tenía 16 universidades públicas antes de que la famosa universidad de Harvard, la más antigua de Estados Unidos, fuera fundada en 1636, privada. Hospitales, grandes edificios públicos, hospicios y orfanatos, todo esto se construyó y sigue en pie hoy en día. Todo eso es legado español en América, pero el más importante es el mestizaje.

Ingenuo es el que diga que no tiene sangre indígena dentro de sí; es más, una gran parte de españoles tiene sangre indígena dentro de ellos y no lo sabe. El mestizaje fue sobre todo cultural, y el impacto más claro está en la comida. La comida típica española es la tortilla de papas, y las papas son de América, como el tomate, presente en el gazpacho, el pimiento en el pisto y así se puede seguir durante horas; porque lo americano era y es parte de España y España fue y es parte de América.