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Desgaste a la americana

Avatar del Iñigo Balda

Si bien los demócratas vieron retroceso, que era de esperar, no fue un castigo suficientemente grande para esa lectura’.

Las elecciones estadounidenses del 8 de noviembre dieron de sí varias lecturas interesantes. Si bien lo que se elegía eran una gran mayoría de gobernaciones, alcaldes y todo el congreso de los Estados Unidos, además de 35 de 100 asientos a senadores, todo el contexto global de la presidencia, así como de la oposición entran en distintas lecturas de los resultados de estos comicios. El partido Demócrata llegaba mermado por la baja popularidad del presidente Biden, que en muchos momentos de su mandato parece estar perdido, sino directamente ‘gagá’, y el partido Republicano parecía llegar fortalecido.

Se esperaba una marea roja, una vorágine de votos en favor del partido Republicano, lo suficientemente grande como para tener control del Congreso con mayoría suficiente, control del Senado y ganar la gobernación en varios estados como voto castigo a lo que está siendo un pobre mandato de Biden. Al final, la marea roja quedó en una olita. Si bien el partido Republicano se hizo con el control de la Cámara de Representantes (ganó 7 representantes, contra los 9 que perdió el partido Demócrata) solo sacó 1 diputado más que lo necesario para tener mayoría (219, la mayoría está fijada en 218). En el Senado, el partido Demócrata no solo retuvo el control de la Cámara, sino que ganó un senador, contra el senador que perdieron los republicanos.

 Es normal que el partido de gobierno pierda terreno en las elecciones de mitad de ciclo, y mucho más cuando tienen una presidencia tan inestable como la actual. El hecho de que no hayan perdido tanto terreno es una victoria, a pesar de perder la Cámara, ya que pudieron conservar el Senado, donde se toman decisiones en materia de política y comercio internacional, claves para lo que queda de legislatura presidencial. El “quedar cojos” en materia de política nacional al perder la Cámara de Representantes no es del todo negativo ya que siempre puedes culpar a la oposición de bloquear tus proyectos. En todo caso, la posición es un poco la de salvar los muebles y ahora el partido Demócrata tiene dos años para revertir la situación.

En cuanto al partido Republicano, se podría decir que fue una victoria pírrica. Recuperan el control de la Cámara, pero siguen sin saber cuál es el rumbo a tomar, además de no ganar el Senado y perder terreno en estados considerados claves para las elecciones de 2024. Hubo mucho rechazo a los candidatos considerados trumpistas, en yuxtaposición con Ron DeSantis, gobernador de Florida (estado clave), y que aboga por un cambio en la línea del partido y ganó arrasando la reelección en su estado. El rumbo se complicó más cuando la semana pasada Donald J. Trump anunció su intención de buscar un segundo mandato.

Si bien los demócratas vieron retroceso, que era de esperar, no fue un castigo suficientemente grande para esa lectura. En el bando republicano, los candidatos de Trump ganaron en muchos lugares y perdieron en otros, donde ya Trump no era popular de todas formas. Analizando los resultados más detenidamente puede que estos comicios sean muy complicados de leerlos en clave nacional debido al desgaste de este debate, y haya que tomarlos más en clave local y de proximidad.