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El oasis árabe

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La apertura más importante que estamos viendo es la de establecer relaciones diplomáticas fluidas con Israel, con quien ya tienen vuelos directos...

Cuando pensamos en Arabia Saudí enseguida se nos llena la mente de imágenes cliché del Medio Oriente: camellos, hombres vestidos de blanco con un trapo rojo en la cabeza, mujeres cubiertas de negro, desiertos vastos e infinitos, dunas, calor y petróleo, mucho petróleo. Ya si nos metemos un poco más en su historia encontramos un país un poco oscuro, poco abierto al mundo y con vetos bien marcados en política internacional.

Hoy está abriendo mucho sus puertas al orbe, vendiendo una cara amable de Arabia, pero ojo, no todo lo que brilla es oro.

Este año nos hemos sorprendido todos al escuchar que el icónico jugador portugués, Cristiano Ronaldo, dejaba Inglaterra para ir a jugar a la “potente” liga saudí. Estamos viendo como muchos otros como Karim Benzema y Rubén Neves han aceptado mareantes ofertas para ir a Arabia, rechazando seguir en clubes de élite.

El objetivo de la Liga Saudí es ser una de las más mejores del mundo en los próximos cinco años, trayendo a los más grandes jugadores y también haciendo crecer el talento local.

Los intentos de Arabia de incrementar su presencia internacional no solo son en el fútbol, sino en el golf, donde crearon la LIV Golf Tour, presentando increíbles cifras a los mejores golfistas para que dejen el PGA Tour en favor de sus propios torneos; hoy ya se han fusionado las dos ligas.

Arabia desde hace décadas beca a sus jóvenes para que vayan a las mejores universidades del mundo a estudiar y luego regresen a impulsar el país en los distintos campos estudiando. La novedad, en una apertura poco conocida hasta ahora: están invitando a académicos y profesionales de campos en los que Arabia es potencia como petróleo o café, a conocer a fondo cómo trabajan.

La apertura más importante que estamos viendo es la de establecer relaciones diplomáticas fluidas con Israel, con quien ya tienen vuelos directos, y han abierto el espacio aéreo a vuelos de aerolíneas israelís, un paso impensable hasta hace poco, y en vías de buscar pactos de paz (siempre y cuando Estados Unidos e Israel cedan en un programa nuclear civil para Arabia).

¿A qué se debe este cambio? Arabia está en medio de una operación de lavado de cara. Si bien el rey Salmán bin Abdulaziz sigue vivo, el cargo de primer ministro lo ha asumido su hijo y príncipe heredero Mohamed bin Salmán, debido a la avanzada edad del rey, desde 2022. Antes ha desempeñado varios cargos de relevancia, incluyendo el de ministro de Defensa, consejero de Asuntos Políticos entre otros. ¿Pero lavado de cara de qué? En 2018 el periodista opositor saudí-americano Jamal Khashoggi fue invitado a la embajada saudí en Estambul, donde fue asesinado por miembros de la inteligencia saudí. Ese es el hecho más mediático, pero la guerra del Yemen y la creciente detención de activistas de derechos humanos, y de disidentes han hecho crecer la necesidad de Arabia de vender una casa más amable, y lo hacen comprando una mejor imagen. Nadie habla ya de esos hechos ligándolos a Arabia, los titulares son de lo que pagan a estrellas y los eventos culturales que arman por el mundo. Lo que parece ser un oasis económico en el desierto puede que sea un caro holograma pagado con petrodólares.