Vergüenza, impotencia y miedo

Es el momento de que todos seamos valientes si queremos un país de verdad soberano y en paz.
Hay hechos que definen a un país. El asesinato de Fernando Villavicencio es, para el Ecuador, unos de los hechos que nos definirá como país. Colombia lo tuvo en condiciones similares a las del Ecuador con el asesinato de Luis Carlos Galán, también a manos de narcotraficantes y sus allegados con ansias de poder en 1989. A partir de ese día Colombia perdió el miedo de enfrentarse al narco. Un par de meses después perdió el miedo a enfrentarlos sin cuartel cuando los narcos pusieron una bomba en el vuelo 203 de Avianca, matando a 110 civiles. Ecuador ha llegado a ese momento de elegir: o enfrentamos a esta lacra a fondo, o vamos a ceder, y transar con ellos para que “nos permitan vivir en paz, si ellos quieren”.
El otro día, hablando entre familiares, todos horrorizados por el asesinato de Don Villa, un miembro expresó que sentía mucha vergüenza cada vez que pasaba algo en Ecuador y debía explicárselo a la gente de fuera, que cada vez más preguntan preocupados por nuestro país. Yo solo sentía impotencia. Pero mi hermana lo expresó mejor: “qué vergüenza, ni que impotencia, yo lo que siento es miedo”. Sentir vergüenza e impotencia es más fácil de admitir. Pero es miedo la sensación correcta que debemos sentir todos, viendo cómo se desmorona todo a nuestro alrededor, ante la sensación de inacción de Carondelet, que se ve absolutamente superado por la realidad de un país que en el momento en el que tomó el poder, no era muy distinto.
Vergüenza, impotencia y miedo es lo que sentimos todos los ecuatorianos el miércoles al enterarnos del magnicidio en Quito. Impotencia por toda la situación de inseguridad del país. Todos los días nos despertamos con noticias, ya no solo en los periódicos sino en nuestros celulares, de algo que le pasó a un amigo, familiar y conocido nuestro, al punto de que ya es parte de nuestra rutina. Vergüenza por ver que videos de robos, intentos de robos, amenazas armadas y otros que antes solo circulaban en nuestro país, ahora están publicados por todo Twitter, haciendo daño a un país que no deja de verse pisoteado en todos sus niveles. Miedo es lo que sentimos cada vez que hay que salir de la casa -la gran mayoría-, y en muchos barrios populares del país ni en casa se sienten seguros. Esto ha llegado muy lejos.
En 1995, cuando la guerra de Tiwintza, Sixto, para sufragarla pasó un impuesto a los vehículos, cuyo pago se demostraba con un ‘sticker’ que decía: “Yo quiero al Ecuador soberano y en paz”. Casi 30 años después seguimos queriendo a ese Ecuador soberano, ya que no lo es en este momento, pues vivimos al amparo de lo que quieran los narcos; y en paz, la que no sentimos ya casi en ningún momento.
El cobarde asesinato de Villavicencio no solo confirma que Don Villa era un valiente, sino que el narco y sus serviles están dispuestos a todo para evitar que valientes que les vaya a plantar cara y perseguirlos lleguen al poder. Fernando Villavicencio fue valiente en cada discurso que hacía, en cada información de corrupción que publicaba, y consecuente. Pagó con su vida el ser valiente por este país. Es el momento de que todos seamos valientes si queremos un país de verdad soberano y en paz. En las urnas escogeremos ese camino, y el destino que merecemos.