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Irene Vélez Froment: ¿Malos cálculos?

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A puertas de salir, estaba firmando su obituario como el gobierno más inoperante de la historia.

“Quizá me confié en que Colombia iba a vendernos gran cantidad de energía a un precio conveniente. Calculé mal, es un error humano”. Leo y releo y el asombro no pasa. Quizá me confié. Precio conveniente. Calculé mal. Error humano. Esas son las ‘razones’ que nos da una máxima autoridad de este país para explicarnos cómo después de que “resolvieran la crisis”, estamos aún peor que cuando entramos. Revisemos cronológicamente qué ocurrió.

Semanas antes del cambio de gobierno, Guillermo Lasso es víctima de su falta de ejecución: de un minuto a otro nos anuncian cortes de tres horas diarias. ¿Pensaron que íbamos a aceptar el diagnóstico del ministerio y que nos pondríamos a rezar colectivamente, como lo recomendaron- para salir de la crisis? En lo absoluto. A puertas de salir, estaba firmando su obituario como el gobierno más inoperante de la historia. Antes de que eso ocurriera, Lasso emprende una cruzada a Colombia. Según el presidente, las negociaciones fueron exitosas: Colombia había accedido a vendernos energía, así que veríamos reducción en los racionamientos. Y se salvó de ese obituario. Hasta ahora. Cuando la nueva administración nos revela que estamos pagando 35 % más por la energía de nuestro vecino. $220 millones costó la solución que nos ofrecieron. $220 millones que hubieran servido para la repotenciación de cualquier hidroeléctrica. Ante la ejecución de Santos, solo queda preguntarnos: ¿qué significa “quizás se confió”? ¿Acaso no tenía el valor del kilovatio? Aceptó un trato, ¿y quedaron en enviarle la factura con la ‘cotización’ después? En este escenario la palabra seriedad brilla por la ausencia. Y si sí sabía el precio, ¿cómo calculó mal? Solo multiplique el valor por la cantidad de kilovatios que íbamos a importar y listo. ¡Tanto sueldo en asesores y no se pudo hacer una operación matemática! Ante esto, una última opción: sabían lo que estaban creando y el golpe que se nos vendría después. Pero ya no sería su problema, sino de alguien más. Inoperancia o mala fe. En cualquier caso, bienvenido el juicio político. Y si hay responsabilidad judicial, también. Para que, aunque el país esté sumido en las tinieblas, que todos los reflectores alumbren la actuación de una autoridad que los ecuatorianos no nos merecemos, ni vamos a tolerar.