Irene Vélez Froment: Salto de fe
Así como lo he mencionado en ocasiones anteriores: la consulta fue diseñada para ganarse
Esta consulta es un salto de fe. En principio, está diseñada para que sea difícil oponerse. Tomemos como ejemplo la pregunta 4: “¿Está usted de acuerdo con que se incrementen las penas de los delitos de: (i) terrorismo y su financiación, (ii) producción y tráfico ilícito de sustancias catalogadas sujetas a fiscalización, (iii) delincuencia organizada, (iv) asesinato, (v) sicariato, (vi) trata de personas, (vii) secuestro extorsivo, (viii) tráfico de armas, (ix) lavado de activos y (x) actividad ilícita de recursos mineros (...)?”.
En las circunstancias en las que nos encontramos, quién podría negarse. Así como lo he mencionado en ocasiones anteriores: la consulta fue diseñada para ganarse. Y darle así al presidente Daniel Noboa, el impulso necesario para el 2025. Ahora, ¿por qué es un salto de fe? Por las palabras que deberían estar en lugar de los corchetes, cuando cité la pregunta: “reformando el Código Integral Penal”.
El gobierno tendrá 5 días después de los resultados para enviar el proyecto de ley con las reformas establecidas para cumplir con la pregunta. No es un salto de fe si será aprobado o no en el pleno. Después de todo, estas preguntas no incomodan a sus aliados; en el Congreso la alianza debería mantenerse. El salto de fe está en el contenido de ese proyecto de ley. Especialmente en las preguntas que (más) deberían discutirse. Tomo como ejemplo la 3: “¿Está usted de acuerdo con que los miembros de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, y el Cuerpo de Seguridad y Vigilancia Penitenciaria, no sean privados de su libertad, o se les ordene arresto domiciliario, mientras dure la investigación o proceso penal por sus actos ejecutados con el uso de la fuerza?”. Si en el reglamento no se establece qué situaciones comprenden el uso de la fuerza, corremos el riesgo de entregarles un cheque en blanco.
¿Confiamos en que todos los miembros de las Fuerzas del Orden se lo merecen? En la situación que nos encontramos como país, tenemos que escoger entre un extremo (que no puedan hacer su trabajo por miedo al castigo) y el otro (que lo cumplan -o abusen- amparados en esta protección). Para algunos no nos queda más que saltar, y esperar caer de pie.