Irene Vélez: Nombre de la obra
Después de un escenario económico apocalíptico esperaba contestar sí a las tres preguntas anteriores. Fue lo opuesto
Primera escena. Dos autoridades. El ministro de Finanzas junto al presidente de la República. Ya listos. Listos para decirnos que estamos en nuestro peor momento. “Se recibió la peor historia de la Caja Fiscal, con apenas 184 millones de dólares”. Traducción: ni para las colas. Desde la cuenta bancaria donde el Gobierno realiza todas las transacciones, hay un presupuesto mínimo para cubrir pagos. “El déficit fiscal para el cierre del 2023 superará los 5.000 millones de dólares”. Traducción: si no encontramos financiamiento, saldremos en rojo. “El riesgo país está acercándose a los 2.000 puntos básicos…”.
Traducción: ni crean que los organismos internacionales nos van a prestar. Esta escena, despertó en sus espectadores miedo, pero hubo aplauso. Se calificó incluso de valiente y noble que hayan sido tan francos con el país. Ahí -sin desmerecer- una primera observación: el diagnóstico, y la “culpa es del anterior”, es el recurso que las nuevas administraciones utilizan constantemente para ganar puntos extra.
Esa fue la parte fácil. Una vez terminado el diagnóstico, los fragmentos que más ocasionaron expectativa: (i) “no hay soluciones fáciles, necesitamos el apoyo de todo el pueblo ecuatoriano”. Proyección esperada: si es a todo el país… ¿subida del IVA? (ii) “...y, sobre todo, de los más privilegiados”. Proyección esperada: ¿contribuciones especiales de la banca? ¿Nuevo impuesto al patrimonio? Después de un escenario económico apocalíptico esperaba contestar sí a las tres preguntas anteriores. Fue lo opuesto.
Segunda escena: presentación de la ley económico-urgente. Una ley con un enfoque de inversiones productivas, en vez de recaudatorio fiscal. Despertar la economía con un nuevo régimen de zonas francas, deducción de impuestos para fomentar el empleo joven, devolución del IVA en proyectos inmobiliarios.
Difícil oponerse. Difícil no apoyar. Ya sea por el ‘pacto’ o por defender mejoras estructurales para el país. Pero se queda una pregunta en el aire: ¿cómo soluciones a largo plazo responden a la crisis inmediata que enfrentamos y que tan minuciosamente detalló el ministro? ¿Cómo planean superar la crisis actual? No queda claro. El nombre de la obra está por definirse. Ojalá su secuela sea “As bajo la manga”.