TCE

"¿Que seamos responsables y pensemos bien el voto? Cansados, desilusionados, indiferentes, o con ganas de rematar la política en el país (sentido literal del verbo), dirán: vota por Alvarito, ya qué importa"
“Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”. Esa parece ser la bandera del Tribunal Contencioso Electoral. La poca institucionalidad que nos quedaba, terminó por acabarla. ¿Cuál es el sentido de la existencia de una institución si aplica la ley para unos sí, para otros no? Caso Abdalá Bucaram: prisión domiciliara. Sin contar la victoria moral que representaba la imposibilidad de su inscripción, el TCE obliga a que se permita su candidatura. ¿Dónde encontraron espacio de interpretación a la norma en las palabras “acto expreso, indelegable y personalísimo” de la aceptación de la candidatura? El cinismo en su repuesta, el insulto a los ecuatorianos es inconmensurable. ¡Qué vergüenza! Analicemos los alcances de la medida: (i) rescate de Bucaram y su reincorporación formal a la política nacional, (ii) el exmandatario no podrá ser procesado formalmente (inmunidad electoral y futura parlamentaria), (iii) se ha reforzado la imagen de Correa. Su discurso de perseguido político, ha terminado de consumarse. Él aunque sea trató de ir de manera virtual a las instalaciones. Tú no, él sí. Ecuador: quien tiene padrino se bautiza. Otro elemento a considerar: si estas elecciones se definieran por tiempo (pasado vs. futuro), Correa nuevamente es favorecido. Después de todo, ante el imaginario colectivo estamos presenciando el regreso de la partidocracia. Bucaram, Noboa, Gutiérrez, que “renacen” ante el vacío de poder. “Que vuelva Correa a enterrarlos. A poner orden”. No nos sorprenda la fuerza que tendrá esa idea. Abdalá no fue el único. Noboa también se vio amparado por el TCE, forzando a que el CNE viole la ley y admita la candidatura de quien alquiló un partido y no cumplió ni con los plazos. ¿Para qué hacer primarias? ¿Para qué atenerse a la norma? Ten contactos, no más. La presencia de Noboa en la papeleta a como dé lugar es precisamente por qué podría ganar. Después de la descripción lúgubre de la situación actual, ¿aún tienen la osadía de pedirnos que seamos ciudadanos? ¿Que seamos responsables y pensemos bien el voto? Cansados, desilusionados, indiferentes, o con ganas de rematar la política en el país (sentido literal del verbo), dirán: vota por Alvarito, ya qué importa.