Prueba municipal
“¿Agua de parte de la señora alcaldesa Cynthia Viteri?” es lo que te preguntan mientras esperas en línea para ser vacunado en un punto de vacunación del Municipio. Los espacios de espera posterior a la vacunación -al estilo “light” del culto a la personalidad- están decorados con la imagen de Cynthia. Las instalaciones y el servicio al ciudadano de primera. Pero con un costo: que no haya duda de quién lo hizo posible. A través de esta narrativa leo en la alcaldesa la imperiosa necesidad de llenar los zapatos de su antecesor y demostrar su valía de manera personal. El cambio de su imagen y estilo es un grito de independencia: ya no tiene que agradar al poder, ella es el poder. Es por eso que (concluyo) esta crisis, y sombra a su administración, la ha descolado. La alcaldesa se demoró en dar explicaciones a la ciudadanía. Y en ese lapso se concretaron investigaciones y se multiplicaron las conspiraciones. Si su voz no calla el silencio, otras lo harán. Cualquiera que llene el vacío de quienes buscan una explicación. Esta semana, al fin, Cynthia responde. De su intervención subrayo: (i) la designación de un vocero para que presente toda la información del caso, el puente de la Alcaldía con la prensa. Ante esto, parece que Viteri mantendrá su línea de no conceder entrevistas a los medios. En otras palabras, no se somete al interrogatorio; envía un representante. Se mantiene en lo “positivo”: en lo que proyecta en redes. Pero se aparta de lo que puede dañar su imagen; la rendición de cuentas se la deja a otro. Tenga cuidado: al final del día en política, quien no da la cara, o es prepotente o algo oculta. (ii) Fue categórica en su decisión de redirigir el presupuesto del Municipio exclusivamente “a la satisfacción de necesidades populares”. Excelente, pero faltó explicar: ¿por qué en plena pandemia hubo rubros destinados a otros objetivos, en primer lugar? (iii) se mostró segura sobre su inocencia en estos procesos; ahí, a diferencia de los puntos anteriores: ella no tendrá la última palabra. No quisiera terminar este artículo sin dejar de solidarizarme con ella, pues una cosa es criticar a la funcionaria, la política; otra a la mujer. Y en Guayaquil no se distinguió lo uno de lo otro.