El cuento del tío

"...la trillada y cansina cantaleta de denostar a la sociedad civil o a la empresa privada para proyectar en ellos los desastrosos resultados del socialismo es falaz; es mentir otra vez"
Desde finales del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX se produjo una fuerte inmigración italiana a Argentina, producto de la pobreza que sufría Italia versus la prosperidad que gozaba la Argentina de esa época. Porque, aunque usted no lo crea, apenas 100 años atrás, la Argentina estaba entre los 10 países más ricos del mundo, su renta per cápita era igual a la de Estados Unidos y su PIB, que sumaba el 50 % de toda América Latina, era mayor que el de Italia o Japón. Hace un siglo, era lo mismo para un italiano emigrar a la Argentina o a los Estados Unidos en términos de renta esperada y oportunidades. Para desgracia de los argentinos, la implementación de la agenda populista-socialista terminaría eventualmente destruyendo la economía argentina, porque como siempre sucede con la profecía autocumplida socialista, los países que escogen libertad terminan siendo prósperos y los que escogen socialismo terminan siendo destruidos por el totalitarismo colectivista.
El gobierno italiano elaboraría en 1913 el Manual del inmigrante italiano, que recogía un sinnúmero de consejos para orientar mejor a aquellos conciudadanos que se aventuraban a emigrar al nuevo mundo. Especial relevancia en este manual tenía el capítulo referente a Los embusteros, que advertía sobre los “cuentos del tío”, un tipo de engaño argentino donde los avivatos locales engatusaban a los italianos incautos.
Ya en la recta final de la campaña presidencial, hemos podido presenciar -debate incluido- un baratillo de ofertas demagógicas que, tal como los cuentos del tío, buscan seducir al votante ingenuo. Aquellos que privadamente son incapaces de producir algo relevante, pretenden ahora hacernos creer que pueden resolver los problemas del Ecuador. Porque ofrecer regalar 1.000 dólares “electrónicos” a un millón de personas, robando el dinero de los depositantes o haciendo una emisión inorgánica, no es resolver el problema de la pobreza; es engañarnos. Porque la trillada y cansina cantaleta de denostar a la sociedad civil o a la empresa privada para proyectar en ellos los desastrosos resultados del socialismo es falaz; es mentir otra vez.
Identifiquemos a los cuenteros de la política, a esos timadores descarados que nos quieren embaucar como bobos de la yuca. Porque los paralelismos entre los embaucadores de antaño y los mentirosos de hoy son impresionantes, tal como los distinguiría de manera precisa el Manual del inmigrante italiano en 1913: “Desconfíe de quien no tenga la ropa ni la autoridad para acercarse; no escuche ni historias maravillosas ni casos piadosos… Sepa que existe un notable sistema para engañar al inmigrante que acaba de desembarcar; es el llamado ‘cuento del tío’ y que en Italia se conoce como trufa all’americana. Consiste en pedir dinero al recién llegado mediante todo tipo de pretextos que no estoy en condiciones de enumerar ni describir… La habilidad de los embusteros consiste en comprometer a su víctima de tal modo que, dado el golpe, esta no lo denuncie por temor a confesar su inconsciente complicidad… ¿Conoce el proverbio “hombre avisado, medio salvado”? ¡Atención entonces! Su natural desconfianza estará bien empleada en estos casos”.
¡Hasta la próxima!