Lecciones de vida

"En ambas situaciones, pensaría que los protagonistas están motivados por su propio interés político o personal, relegando a segundo plano el interés de los individuos..."
Las circunstancias actuales nos siguen manteniendo en una suerte de modo filosófico, por lo que confieso que he estado meditando últimamente sobre las lecciones que nos va dejando la vida. En ese sentido quisiera rememorar la película western “Missouri Breaks” del año 1976, donde actúan los extraordinarios Marlon Brando y Jack Nicholson. En una escena, Lee Clayton -personaje interpretado por Brando- rasgaba la guitarra y cantaba una canción góspel cuya letra decía que la vida era como un tren de montaña.
De repente decide parar y preguntarle a su compañero Little Tod que se encontraba junto a él; “¿Es la vida realmente como un tren de montaña?” “No señor”, le contestaría Little Tod. “¿Entonces, cómo mismo es la vida?”, repreguntaría Clayton. “Señor, -replicaría Little Tod- la vida es como nada de lo que había escuchado antes. Es que en la vida podemos acumular muchas experiencias que nos pueden hacer creer que hemos visto todo, pero también es cierto que muchas veces esa misma vida nos sorprende, favorable o desfavorablemente, y nos hace descubrir que realmente no hemos visto nada.
Estos últimos días, como siempre, hemos vivido un par de situaciones dignas de comentar. Por un lado, hemos visto al presidente Rafael Correa quien, de manera inusual en él, se ha mostrado conciliador ofreciendo apoyar al flamante gobierno electo. La experiencia nos hace ver con suspicacia el extraño gesto concertador, pues hemos estado acostumbrados a las actitudes de ‘bully’, beligerantes, amenazantes y de sabihondo del expresidente.
Por otro lado, hemos visto a los COE reactivarse ante el evidente repunte de contagios de COVID-19. La experiencia nos dice que al Leviatán le encanta actuar por actuar, confinar por confinar, irrelevante del tremendo costo económico e ineficacia de este tipo de medidas.
En ambas situaciones, pensaría que los protagonistas están motivados por su propio interés político o personal, relegando a segundo plano el interés de los individuos, como sostendría James McGill Buchanan en su teoría de Public Choice. En el caso del expresidente Correa luce como una postura poco auténtica, más aún cuando condiciona cualquier apoyo legislativo a una amnistía a sus adláteres, o a los que él denomina perseguidos políticos.
En el caso de los COE nacionales y cantonales -salvo las honrosas excepciones- es irrelevante que la evidencia demuestre que el confinamiento no baja el nivel de contagios y sí empeora la economía y la salud de las personas. En ellos aplica, como anillo al dedo, la celebre frase de T. S. Eliot: “La mitad del daño que se hace en este mundo se debe a personas que quieren sentirse importantes”.
Quisiera poderle dar al expresidente Correa y a los COE el beneficio de la duda, pues quiero confiar en sus buenas intenciones y en su sensatez. Y si bien me resulta difícil hacerlo -como diría Little Tod- quizás la vida es como nada de lo que había escuchado antes, por lo que espero equivocarme. No obstante y para concluir, quisiera dedicarle a ambos las palabras de Thomas Sowell, que resultan apropiadas en la coyuntura actual: “La pregunta fundamental no es qué es lo mejor, sino quién decide qué es lo mejor”.
¡Hasta la próxima!