El retorno de Atlas

Avatar del Iván Baquerizo

'Confiemos en el individuo más que en el regulador. La planificación central jamás podrá sustituir la planificación individual y nunca se actuará mejor que la suma de individualidades asumiendo su propia responsabilidad’.

Para la mitología griega, Atlas fue el titán condenado por el dios del Olimpo, Zeus, a soportar al mundo sobre sus espaldas. Para los que somos liberales, Atlas es el arquetipo del emprendimiento humano sosteniendo al mundo con su esfuerzo diario. Después de semanas de encierro forzoso, pareciera que muchos dudan de la nobleza de Atlas y más aún, desconfían de su capacidad de ser el verdadero sostén de la humanidad.

Comenzando el día 44 de encierro forzoso confieso que me resulta vergonzoso e inevitable escribir la séptima columna sobre este tema. Creo haber agotado todas las analogías y adjetivos que merecen la trágica situación que vivimos. Pero seguimos acá en este absurdo ‘déjà vu’ existencial. Tan irracional que nuestra cuarentena ya es de 44 días, es decir una cuarentena con yapa.

Esta semana el país discute la aparente dicotomía antagónica entre el #quedateencasa y el reincorporo paulatino al trabajo. He leído mucha gente inteligente defendiendo vehementemente ambas alternativas. La una parte defiende el comportamiento tribal, supuestamente solidario, de que todos nos quedemos en casa. La contraparte argumenta que hay que salir a trabajar, aun asumiendo riesgos, porque la economía no aguanta más. Ambas tienen sustento moral, pero ninguna posee data real y contundente de ser efectivas en el largo plazo. Son meras intuiciones revestidas de un inexistente rigor científico. ¿Estamos entonces en lo que se conoce en teoría de computabilidad como un problema indecidible?

La falacia está en considerar que la alternativa #salvarvidas es excluyente de la alternativa #salvarlaeconomía, cuando más bien, ‘a contrario sensu’, la una es insostenible sin la otra. No es posible #salvarvidas sin #salvarlaeconomía porque, aunque no les guste a los que tienen ojos en la nuca, el Atlas sigue siendo el único puntal del mundo. Debemos entonces ágilmente implementar la forma en que ambas alternativas coexistan entre sí.

Es primordial regresar a trabajar inmediatamente aplicando estrictos protocolos de distanciamiento social, bioseguridad y protección de grupos vulnerables. ¿Pero cómo hacerlo rápido y acorde con las circunstancias si hemos visto a un liderazgo político tartufo e incompetente tirarse semanas en aprobar protocolos de planes pilotos o para abrir tímidamente algunas notarías? Una vez más, la respuesta está en el Atlas; confiemos en el individuo más que en el regulador. La planificación central jamás podrá sustituir la planificación individual y nunca se actuará mejor que la suma de individualidades asumiendo su propia responsabilidad.

Voy a robarme un símil, también de la mitología griega, que usara José Ingenieros en su filosófico libro El hombre mediocre. Se refiere el autor a lo que él considera el símbolo de la incesante lucha entre idealismo y mediocridad: la figura de Perseo exhibiendo la ponzoñosa cabeza de Medusa. La obra esplendorosa del maestro Benvenuto Cellini en la Piazza della Signoria de Florencia, cuya representación no podría Ingenieros encontrar mejores palabras para describir: “Y en el gesto del bronce parece que el Idealismo decapitara a la Mediocridad, entregando su cabeza al juicio de los siglos”.

¡Hasta la próxima!