Conejos y tigres

Lo triste es que, haciendo un análisis final de los resultados, sucede que el liderazgo tigre resultó ser a la larga igual o mejor que el liderazgo conejo en el balance del manejo de la pandemia.
El miedo, según la Real Academia Española, es la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro, real o imaginario. Los seres humanos reaccionamos de manera distinta ante el peligro dependiendo de nuestra forma de ser. El miedo genera respuestas fisiológicas que derivan a su vez en lo que se conoce como la reacción de lucha o huida, que hace que los seres humanos -y muchos animales- enfrentemos una amenaza luchando contra ella o tratemos de evadirla huyendo de ella. Sucede entonces que hay seres humanos -a los que llamaremos tigres- que ante un estímulo de peligro hacen frente a la amenaza sin caer presa del pánico. Pero resulta también que hay seres humanos -a los que llamaremos conejos- que huyen despavoridos ante el peligro.
Este lunes 14 de septiembre finalizó en el país, para beneplácito de los que creemos en la libertad, el ilegítimamente prorrogado estado de excepción. Seis meses han pasado desde que tuvimos que enfrentarnos por primera vez a la amenaza de COVID-19 y nos ha tocado vivir, y en ciertos casos sufrir, al Leviatán, sus miedos, y sus diferentes estilos de liderazgo político. Una amenaza sin precedentes modernos que produjo por un lado líderes tigres que enfrentaron valientemente este desafío y decidieron confiar en el individuo, y por otro lado líderes conejos, cuya reacción fue acoquinarse y tratar de huir del peligro haciendo la fácil: encerrarnos y restringirnos a todos aunque las consecuencias sean nefastas.
Los líderes tigres se arriesgaron a actuar diferente; a tener el valor de confiar en la libertad y en la responsabilidad individual. Entendieron que, tan importante como protegernos del virus, era el salvaguardar nuestras economías personales y familiares. Líderes que depositaron su confianza más en el orden espontáneo de personas libres que en la planificación central. Ejemplos de liderazgos tigre los encontramos en Suecia, Uruguay y el cantón Daule acá en Ecuador.
Por otro lado, el ‘mainstream’ mundial está conformado por líderes conejo. Líderes que, como aquellos simpáticos animalitos de orejas largas, quedaron paralizados ante el pánico a lo desconocido. Tuvieron y siguen teniendo miedo a ser diferentes y a confiar en los individuos y su permanente lucha por su bienestar integral, que abarca mucho más que el cuidado de la salud. Cobardía que se esconde detrás de regulaciones torpes y de atropellos abusivos a nuestras libertades. Mientras tanto, como tentetieso, insisten en medidas colectivistas que siguen profundizando la crisis económica, pues su miedo e ineptitud pasa una factura que, como decía James M. Buchanan, nunca la paga el Leviatán, sino nosotros.
Lo triste es que, haciendo un análisis final de los resultados, sucede que el liderazgo tigre resultó ser a la larga igual o mejor que el liderazgo conejo en el balance del manejo de la pandemia. Y ni se diga de los ampliamente superiores resultados económicos donde la responsabilidad estuvo en manos de los ciudadanos y no del Leviatán, porque como diría Franklin D. Roosevelt, a lo único que debemos tenerle miedo es al miedo mismo. Y yo añadiría, como diría Albertiño Dos Santos, y a los conejos también, ¡hop!
¡Hasta la próxima!