Pesadilla kafkiana

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'Estando en un estado de guerra contra el Covid-19, la sociedad en su conjunto se encuentra en una desbandada atroz’.

Ante la ley, es una parábola de la novela existencialista El proceso, del escritor austrohúngaro Franz Kafka. En dicha alegoría, un hombre humilde había recorrido el largo camino para llegar al gran portón que representaba el acceso a la ley. Al llegar a la puerta, el hombre es impedido de cruzarla por un guardia que la cuidaba. - ¿Puedo cruzarla mañana?, inquirió el hombre, pues había aprendido que todos tenían acceso a la ley. - Eso es posible -respondió el guardia- pero no intentes pasarla sin mi permiso, pues adentro hay guardias mucho más poderosos que yo. El hombre frustrado decide sentarse y esperar. Y espera por muchos años.

Entrando en el día 23 de encierro forzoso ya les debe resultar aburrido que insista por cuarta ocasión en liberar el “lockdown”. Pero a título de registro histórico y de mi conciencia, por última vez en este día, reitero mi criterio de la imperiosa necesidad de hacerlo urgente, planificada e inteligentemente. Porque aquel cisne negro que todos temíamos llegaría algún día, finalmente apareció y ha transformado el Ecuador en un infierno distópico.

La ruina social y económica que estamos enfrentando los ecuatorianos puede revestir una mayor gravedad que las crisis de los años 1995 o 1999. Estando en un estado de guerra contra el Covid-19, la sociedad en su conjunto se encuentra en una desbandada atroz. Nuestro liderazgo político, con honrosas excepciones, es realmente patético. A diario nos enteramos de una nueva chambonada que denota una conducción política descoordinada y confusa, a su vez agravada por la embestida enfermiza y canalla de cierta izquierda maniqueísta dispuesta a devastar al país con tal de anteponer sus mezquinos intereses. Y mientras tanto vivimos dos mundos superpuestos: el incontenible contagio con sus muertes asociadas y el naufragio de nuestra economía. Lo peor de los dos mundos; una pesadilla kafkiana.

¿Por qué no soñar con un liderazgo como el de Churchill, Mandela o Gandhi y aspirar a una gran concertación nacional a la altura de las actuales circunstancias? ¿No habrá alguien que pueda convocar -e inspirar- a todos los estamentos de la sociedad a sacar lo mejor de nosotros para que juntos, quizás por primera vez, hagamos lo que hay que hacer para combatir esta crisis y salir victoriosos como país? Yo me niego a creer que aquello no sea posible. Como decía John Lennon: “podrás decir que soy un soñador, pero no debo ser el único”.

El pobre hombre durante muchos años le fue entregando todo lo que poseía al guardia con la invariable esperanza de lograr sobornarlo y poder acceder a la ley. - Acepto lo que me entregas, solo para que tengas certeza que lo diste todo, justificaba el centinela.

Después de muchos años de interminable espera, al final de sus días, el ya indigente y agonizante hombre le preguntaría al guardia aquello que nunca se había atrevido a preguntarle antes: “¿Si todo hombre se esfuerza por acceder a la ley; cómo es posible que después de tantos años nadie haya venido por acá buscando ser admitido?” - ¡Nadie nunca hubiera podido entrar por esta puerta, replicó el guardia, pues esta puerta estaba reservada solo para ti! ¡Y ahora voy a cerrarla!”.

¡Hasta la próxima!