¿Utopía o utopías?
"Cuando se persigue una sola utopía colectivista, el resultado es una distopía orwelliana, donde aplica aquello de que todos los animales son iguales, pero unos animales son más iguales que otros"
Robert Nozick fue un filósofo liberal y profesor de la Universidad de Harvard, cuya obra maestra fue el libro Anarquía, Estado y Utopía, donde elabora sobre la justicia redistributiva y un Estado mínimo como el único moralmente justificable. El Estado mínimo o Estado gendarme es el que imparte justicia y nos protege de la agresión de terceros y no usa su poder coactivo ni para robarnos parte o toda nuestra propiedad ni para prohibirnos que hagamos lo que nos place o nos conviene. Nozick duda de las intenciones de un Estado benefactor espurio y del dirigismo estatal y se pregunta: “¿Hay alguien realmente sensato que, buscando un grupo de personas sabias y sensibles que puedan regular su propio bien, escogería al grupo de personas que integran el Congreso?”
En estos días el país se ha visto envuelto alrededor del escándalo de los carnés de discapacidad, donde varios avivatos han resultado ser discapacitados, para sorpresa de unos. Hay que reconocer que al menos estos individuos han padecido de discapacidad moral, pero para ese tipo de dolencia no existe carné. Y si bien, como diría Milton Friedman, siempre estaré de acuerdo en reducir impuestos por cualquier circunstancia, con cualquier excusa y por cualquier razón, acá ha pasado lo de siempre; un Estado “solidario” vendiendo humo por una supuesta buena causa distorsiona todo y produce más mal que bien. Ejemplos de estas babosadas sobran: un código de trabajo tan inflexible que logra que inflexiblemente no haya empleo o un aberrante impuesto a la salida de capitales que solo logra que no entren estos.
Lo bueno: bajar impuestos y aranceles a los discapacitados, aunque aun mejor sería que nos los bajen a todos. Lo malo: castigar injustamente a los patronos a pagar 18 remuneraciones adicionales por encima de las altas indemnizaciones por despido intempestivo y consecuentemente agravar las posibilidades de un discapacitado a conseguir empleo. Lo feo: los avivatos sinvergüenzas que demandan indemnizaciones extraordinarias al simular discapacidades ilegítimas o inexistentes.
El buen vivir o Sumak kawsay es una utopía centralmente planificada, cuya visión contempla un solo mundo ideal, cuando en realidad, según Nozick, no existe una sola utopía, sino que el único ideal posible consiste precisamente de la suma de nuestras propias utopías personales. En definitiva, cuando se persigue una sola utopía colectivista, el resultado es una distopía orwelliana, donde aplica aquello de que todos los animales son iguales, pero unos animales son más iguales que otros. Una explicación que Robert Nozick expusiera de manera magistral en su magnum opus: “Compare a Elizabeth Taylor, Picasso, Moisés, Einstein, Sócrates, Henry Ford, Gandhi, Buda, Frank Sinatra, Colón, Freud, Ayn Rand, el Barón de Rothschild, Thomas Edison, Thomas Jefferson, Bobby Fischer, a usted y a sus padres. ¿Existe realmente una sola clase de vida que sea la mejor para cada una de estas personas?... Nadie debería intentar describir una utopía a menos que haya releído recientemente, por ejemplo, las obras de Shakespeare, Tolstoi, Jane Austen, Rabelais y Dostoievski para recordarse a sí mismo cuán diferentes son las personas”.
¡Hasta la próxima!