Jaime Rumbea | Los colores del debate

El diablo se esconde en los detalles dicen. Que esta sea una oportunidad para mejorar nuestras prácticas de visualización de datos
Mañana es el debate. De allí se acelerarán las especulaciones y pronósticos. Vamos a ver un montón de cuadros y curvas, y gráficos y pasteles, y barras.
Los diseñadores gráficos de encuestadoras, canales, periódicos, gremios y empresas buscarán innovar en la forma gráfica de las proyecciones. El error puede venir por dos lados. Los datos o su explicación gráfica. Es decir, aún con estimaciones certeras de lo que va a pasar el día de las elecciones, la expresión gráfica de esos datos puede acarrear problemas.
Algunas reglas de visualización de datos: está mal usar distintos colores para graficar variables -en este caso, por ejemplo, dos barras, una por candidato, con color diferente-. La regla manda tonos del mismo color, salvo cuando se busca resaltar un dato respecto a otros. Los colores tienen vida propia en nuestra psiquis: los fríos achican las superficies frente a los calientes, que dan ilusión óptica de un mayor peso gráfico.
No usar colores también se justifica por las impresiones (o el daltonismo): imprimir en blanco y negro un cuadro con variables de datos coloridamente expresadas, ofusca los datos; cuando se han usado solo tonos en el diseño, los matices de gris guardan las diferencias.
Otra regla básica de visualización de datos es solo presentar variables gráficas cuando estas representan variables de datos. Darle volumen 3D a una barra o a un pastel, o establecer escalas que no representan un dato esencial a la explicación es ruido -induce al error o dificulta la comprensión-. Si la meta es la comprensión o la toma de decisión, deben evitarse los arabescos justificados en estética ajena a los puros datos.
Por último, contexto: un dato absoluto y aislado no existe. En temas electorales el contexto es sencillo, pero siempre abona una comparación relevante, lo más general posible.
Esta diatriba con ocasión electoral es generalizable; la enorme cantidad de datos de la vida moderna exige ordenarlos y darles sentido. Expresarlos mal gráficamente es como no tener ni datos ni interpretación. Para los interesados, recomiendo leer al menos a Bertin y a Tufte.