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Jaime Antonio Rumbea: Operador

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Nadie es profeta en su tierra: Ante Cepal el Municipio de Quito contó las maravillas que haría su operador urbano

Fue en 2021 cuando el Municipio de Quito resolvió que le entregaría a un “operador urbano” la fuerza legal para hacer lo que normalmente le suele corresponder a sí mismo: gestionar y ejecutar proyectos, recaudar, gestionar y asignar recursos, administrar bancos de suelo, crear y administrar un catálogo de proyectos para el desarrollo urbano, entre otros.

 Otros municipios han sido menos atrevidos en sus innovaciones que Quito, sobre todo en temas recaudatorios.

 Recordemos que el municipio de la capital se precipitó, antes de que la Asamblea correísta ponga en vigencia la Ley de Ordenamiento Territorial, Uso y Gestión de Suelo, en 2016, aplicando mandatos que esa ley vendría a convalidar y hacer obligatorios para los otros 220 municipios del país. Con alcaldía y concejo correísta, lo hizo mientras represaba durante años miles de millones de dólares de inversión en construcción: regulando vía ordenanza las famosas ‘Concesiones Onerosas de Derechos’, bajo el paraguas de ‘Proyectos Urbanísticos Arquitectónicos Especiales’.

 Las COD y los PUAE fueron el mecanismo por el que los propietarios de predios eran compelidos a pagar al Cabildo para obtener el mejor uso de suelo posible: para poder construir unos metros más, o un comercio en lugar de una residencia.

 Estás ‘concesiones’ son impuestos velados, pues no por anteponer el sofisma de que se contraprestan derechos a su pago se distinguen de otras exacciones públicas.

 Dicen que la compra de estos derechos es opcional. ¿Pero qué tan opcionales pueden ser si los presupuesta y aplica, ni más ni menos, que del mismo municipio? Es incentivo perverso a maximizar la cobranza. Por la facilidad con que los conceptos se confunden, ya vienen trastabillando en sus análisis la Contraloría y una Superintendencia que la mentada ley creó: ¿se trata de un impuesto que debe ser cobrado o, como les gusta llamarlo, es esto solo un mecanismo para “gestionar el suelo”?

 Bien haríamos en cortarle las alas a tanta trasnochada innovación. Por el momento, ante tanta confusión, a costo de la economía que presencia un freno a la construcción, predomina la parálisis.