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Jaime Antonio Rumbea: Pantomima

Avatar del Jaime Rumbea

Cuánta autoridad y cuánta autenticidad...

Los términos auténtico y autoridad provienen de la misma raíz etimológica. Tiene o expresa autoridad quien es auténtico.

¿Es, me hace pensar esto, realmente auténtico el show político ecuatoriano? ¿O es, como lo describió en su momento Nebot, tan solo una pantomima?

Ha de ser auténtico, me digo, porque, por mucho que nos riamos o lloremos, por mucho que parezca una burla, una pantomima, con eventos como los que esta semana se dieron en la Asamblea, por ejemplo, la gente sigue considerando como sus autoridades a esos personajes. Son, digo, supongo, auténticos representantes de nuestra gente.

Nuestros, toca decir, pues caso contrario ya su autoridad estuviera realmente en duda.

Es esta una caricatura que nos toca aceptar como un cuadro fidedigno de nuestra realidad: la autoridad que es atribuida y respetada, aun en los políticos, deriva del hecho de que ese vergonzoso accionar es su auténtico ser, y de que, en el fondo, sí representa a nuestro pueblo.

Su representación es auténtica. No hay queja válida.

Alternativamente, andar usando eufemismos para llamar a las cosas de manera políticamente correcta y así no enervar a nadie, como pasa en Estados Unidos con todos los temas medianamente considerados tabú, sería un ejemplo de cómo se erosiona la autoridad.

Por eso también han perdido autoridad muchos medios que buscan ser políticamente correctos.

Breve conclusión en ‘passant’: la corrección política erosiona la autoridad política, porque le resta autenticidad a la identidad de quien la hace su práctica.

Lleguemos un nivel más allá, al más importante: los padres que educan a sus hijos también pueden discernir en esto de la autenticidad y la autoridad.

En esa etimología común está por qué el relojero que hace el reloj más complicado es autoridad. Luego de haber hecho el reloj más sofisticado, más ‘complicado’, puede autenticar si un reloj es bueno o no. Puede hablar con autoridad sobre relojes.

Muy distinta la relojería de la política.