Javier Antonio Rumbea | ‘Religio’ navideña
Aprovechemos las reuniones, cenas y banquetes, pues ahí se funda la ‘religio’ original
Basta con abrir un diccionario etimológico para entender el poderoso llamado de la palabra religión.
La ‘religio’ romana, su origen y significado, anteceden lo que hoy entendemos por religión. ‘Religio’, el término original, no tiene raíces previas en lenguas sánscritas o indoeuropeas más antiguas. Se acuñó antes de asociarse al cristianismo, judaísmo, hinduismo o islam. Este concepto primigenio, ignorado en su mayoría, nos llega de manera fragmentada, reconstruido a través de leyendas y cantos, mucho antes de que la escritura comenzara a registrar la historia.
Theodor Mommsen, uno de los pocos historiadores galardonados con un Nobel por obras no ficticias, describió la ‘religio’ romana como el vínculo moral que nos une. En la Roma antigua y republicana, ‘religio’ era el conjunto de procedimientos rituales que derivaban normas sociales a partir del sacrificio a los dioses. Fue el germen del derecho romano, mucho antes de inspirar la religión católica apostólica romana.
Cada regla tenía un ritual; muchas, un sacrificio. Los acuerdos verbales y luego escritos se transformaron en normas mediante ceremonias compartidas. Se ritualizaba y sacrificaba por la fertilidad, el honor o la gloria guerrera, como también para fijar el límite de un predio, o sancionar una infracción común. El acto de comunión de ideas y principios fundó tanto la ‘religio’ romana como, por extensión, las normas seculares del Estado moderno. Es el mismo principio que encontramos en la mesa familiar, donde pequeños rituales sancionan reglas que, tras repetirse, se convierten en normas esenciales del hogar.
Por eso, al llegar a la Navidad es útil recordar la ‘religio’ original: no solo la que nos acerca a lo divino, sino la que funda nuestras reglas de convivencia. Estos días nos reunimos en torno a una mesa, sacrificamos tiempo y patrimonio por otros, por valores comunes y por un futuro compartido. Es el momento ideal para preguntarnos cuáles son esas normas que queremos reforzar para que nuestra ley y sistema social funcione mejor en 2025.