Jaime Rumbea: Ni me digas

No solo es distracción; son modelos sociales, son limitaciones cognitivas. Es la condición humana.
Estamos en la época en la que todos hablan sobre prepararse para El Niño. Prevenir en los negocios, en casa, en el gobierno. Pero muchos, cuando les mencionan El Niño, simplemente hacen oídos sordos y siguen como si ignorar el tema lo hiciera desaparecer. Lo mismo pasa con la economía apretada y las próximas elecciones. ¡Ni lo menciones!, dicen algunos, y siguen su camino.
En este baile entre saber y actuar, los humanos somos los protagonistas de una paradoja intrigante. Tenemos la habilidad de ver los riesgos, identificar peligros y trazar rutas más inteligentes, pero a menudo nuestras acciones contradicen este saber. Nuestras acciones son una mezcla de emociones, presiones sociales y deseos momentáneos que nos desvían de lo que sabemos que es mejor.
Además, a veces pensamos que ciertas cosas están fuera de nuestro control, lo cual también afecta nuestra actuación. La discrepancia se debe a la compleja interacción entre lo que creemos, lo que deseamos y la realidad que enfrentamos.
Muchas veces optamos por la gratificación inmediata en lugar de una visión a largo plazo. ¡Lo más barato sale caro!, como dicen por ahí.
Cuando esta desconexión se repite en la sociedad, el efecto se magnifica: elegimos el camino más fácil cuando, en realidad, deberíamos haber optado por el más sensato. La sociedad nos bombardea con mensajes contradictorios y presiones culturales, especialmente a través de las redes. Parece que ser una persona sensata y consecuente no es tan popular. ¿Recuerdan el libro El suicidio de Occidente? Habla sobre este tema.
El tema ya no es ni siquiera una cuestión de nivel de educación. Quizás es con los años que llega la corrección, la madurez que nos hace actuar más en sintonía con lo que sabemos. Pero nuestro país es mayormente joven, con un promedio de menos de 30 años, según el último censo. Eso significa que aún nos esperan muchas sorpresas.
¿Qué porcentaje del voto, me pregunto, indistintamente de la edad o del nivel de educación, será realmente reflexivo?