Jaime Rumbea: Ponderación histórica

Me encuentro a veces criticando a un político por tal o cual pequeña acción poco consecuente, cuando me es evidente que su aporte fue inmenso
Con frecuencia me pregunto cómo evolucionan los escándalos y cómo recogerá la historia las historias de los Nebot, Correa o Lasso.
En un mundo de inmediatez y de gratificación instantánea, lo fácil es juzgar a los políticos por su desempeño en el corto plazo, a ritmo de tic toc. Los memes de noticias se centran en los escándalos, los errores y las controversias, creando una imagen de gestión episódica, caótica y desastrosa -o lúdica e intrascendente-. Pero, al considerar la política a través del prisma del tiempo y los largos plazos que caracterizan a la civilización, una perspectiva diferente emerge.
Poco o nada sabemos de cómo decisiones arcanas para el ciudadano de a pie, tomadas hoy, pueden tener consecuencias impredecibles en las décadas y siglos venideros. Los políticos a menudo se ven atrapados en una maraña de compromisos y presiones, y sus acciones pueden parecer incoherentes o ineficaces en el corto plazo. Ahí es esencial recordar que la historia no se desarrolla en ciclos noticiosos de 30 segundos o 24 horas.
Esto se grafica fácilmente viendo el estilo de liderazgo de los políticos: los hay incrementalistas y aburridones, los hay histriónicos y de decisiones abruptas. Para la opinión pública es más evidente el trabajo de los segundos, pero aquello no hace, en perspectiva histórica, que uno u otro sea mejor.
Lo que me lleva a la preocupación de fondo: si en el tiempo las sociedades registramos mejor el impacto de tal o cual político por su impacto en la calidad de vida de la gente o por sus frases célebres, sabatinas o simpatía.
Por montones deben encontrarse en la historia políticos que, en términos relativos, son antipáticos pero fueron efectivos en respetar o efectivizar derechos, así como aquellos que siendo encantadores y adorados, en el camino, dejaron fosas de cadáveres opositores.
Bajo esa lógica, me pregunto qué tan importantes son las opiniones que nos ocupan sobre nuestros políticos actuales. Me cuesta decidir cómo será que nuestros hijos valorarán sus aciertos y sus desaciertos.