¿Por qué?

Las preguntas son la respuesta, cuando uno presta atención.
Me pregunta una niña con candidez, ¿por qué existe el dinero? Empiezo como adulto a responderle lo que me parece, a mí, obvio: medio de intercambio, unidad de cuenta y reserva de valor. Todo con ejemplos, por supuesto, para sentirme que aterrizo conceptos fríos y aburridos al entendimientos cotidiano.
Le explico que existen teorías que proponen que antes de haber dinero había trueque, aunque no profundizo.
Me reservo que el consenso científico de antropólogos, sociólogos e historiadores dice ya hoy en día que aquella supuesta evolución del trueque al dinero y al mercado no es tan lineal como el pensamiento económico ortodoxo lo pretende.
Cuando termino mi diatriba de ejemplos, que supongo comprensibles, solo recibo una respuesta: entiendo que para eso sirve, pero ¿por qué existe?
“Hay más en el niño que lo que en ningún adulto ha logrado quedarse”, decía Empson, el crítico y poeta inglés. Por eso no hay ambigüedad ni me luce contradictoria la pregunta de la niña: para qué sirve el dinero no es lo mismo que por qué existe.
La respuesta es entonces distinta. Los filósofos distinguen desde hace siglos el funcionalismo como aquel pensamiento en el que, respecto a una herramienta, no cabe preguntarse si es buena o mala -o por qué existe- sino qué tan bien cumple su función. Cuando un martillo sirve más que otro, se entiende bueno. Pero vale entonces insistir, porque en cuestiones filosóficas es muy fácil confundirse: si lo anterior es cierto, no es bueno el martillo por sí mismo, lo es porque cumple la función.
Por eso callo antes de regresar a la conversación con la niña. Porque me pregunto si el dinero cumple su función. Habrá opiniones.
En reserva de valor, ¿cuando más del 99 % de las personas no sabe lo que es, tiene solo reservas negativas? Limitado alcance tiene como medio de intercambio en mercados inflacionarios y economías recesivas. Como unidad de cuenta sigo pensando.
La pregunta, al final, tiene el mérito que el ojo viejo, experimentado y prejuicioso no puede ver.