Accidentes

Sin los árbitros tradicionales de qué está bien y qué está mal, qué es digno de atención y qué es solo un accidente social, solo alimentamos la incertidumbre que queremos disuadir
Aunque van apurados, todos se paran a ver cuál es el accidente. Se paran peatones, motos, carros, buses y camiones. Y así se para toda la avenida. Se para el tránsito y hay tráfico donde no debería haberlo. Y las cosas dejan de andar.
¿Será que paran para ver si hay algún pana en el accidente y por ganas de ayudar? ¿O será que paran solo por morbo?
El juicio político a algunos vocales del Consejo de la Judicatura es una muestra de las distracciones que paran el tránsito de nuestro desarrollo. Que distraen a la gente y a las instituciones durante unas cuantas semanas. Por morbo o por solidaridad con personas o ideas, el ciudadano se detiene a ver más que sea un poquito.
Entonces viene la inquietud: ¿está bien la distracción continua en inconsecuentes eventos, o está mal? ¿Qué hace a posibles eventos, como el juicio político o como el crimen organizado, convertirse en seudoeventos, inconsecuentes? ¿Cómo se presenta el fenómeno inverso, cuando un seudoevento gana adhesión y se convierte en el tema del año? Es difícil decir.
Antes estaba convenido que para ser consecuentes, los hechos debían entrar a la categoría de noticiosos. “Todas las noticias que ameritan ser publicadas”, dice el adagio del New York Times, asumiendo ese rol de árbitro del que gozaron los medios durante siglos. Hoy se ve en titulares hasta el bodrio más insufrible, pero además entraron las redes sociales en escena, abriendo espacio para que más bodrios y más accidentes sociales obliguen a parar el tráfico.
Me cuesta imaginar que la sociedad decida sancionar a quien frena a ver el accidente que acaba de ocurrir en la calle. Pues hay algo humano ahí también. Hacerlo sería censura también. Pero resulta cada vez más necesario que a falta de árbitros, como fueron los medios, la religión o alguna moral inculcada en casa, podamos encontrar como sociedad sistemas mínimos de qué importancia y que no. Qué justifica parar el tráfico de nuestra dedicación, nuestro trabajo, compromiso y desarrollo con cada accidente social.