Aquiles y Pabel

La planificación de las ciudades se tiene que actualizar, por mandato de ley, este año
Mientras todos los ojos están en las próximas elecciones, y el Gobierno disfrutando de ser ignorado, las dos ciudades más grandes entran en tiempos de cambio.
Por primera vez en décadas, en Quito se renovaron, sin el voto dirimente de los concejales, directorios y gerencias de una docena de empresas públicas; parecido fue en administraciones zonales. Esos cargos eran antes cuota del Concejo; este es un indicador de cambio.
Alguna vez un me dijo un concejal quiteño que la complejidad de las ordenanzas eran un acervo patrimonial de la ciudad. Pero Pabel Muñoz es el autor de la legislación vigente más importante sobre simplificación de trámites; él lideró su elaboración y aprobación en la Asamblea años atrás.
El alcalde Muñoz tiene una oportunidad de oro para marcar un cambio en Quito, facilitándole la vida a los ciudadanos; la gente está cansada en todo el mundo de que los servicios privados se vuelven más convenientes pero los públicos no. Ahí hay oportunidad.
A diferencia de Muñoz, cuya trayectoria política permite especular, Aquiles Álvarez es un joven y novel político. Aquello basta sin embargo para pronosticar, pues no puede ser de otra forma, que su impronta será distinta a la de los 30 años socialcristianos. Cuando llegó León a la Alcaldía de Guayaquil, Álvarez tenía 8 años y al Ecuador no había llegado aún el internet (el internet sorprendió a Nebot y a Cynthia a los 47 y a los 28 años, respectivamente).
El progreso económico en el mundo lo empujan las industrias de conocimiento y servicios, concentradas en las ciudades. Un tercio de la población ecuatoriana son ciudadanos de Quito y Guayaquil, otro tercio vive en las demás ciudades que siguen la guía de las primeras. Muñoz es formado en ordenamiento territorial; Álvarez ha hecho suyos conceptos de planificación urbana moderna: las ciudades de 15 minutos. La ley les manda actualizar los Planes de Uso y Gestión de Suelo que dejaron sus predecesores, con vergonzosas limitaciones. Esos planes definen qué se hace, dónde y cómo en el territorio municipal, pero sobre todo trascienden administraciones. El futuro de las ciudades quedará escrito en piedra ahí: vale estar atentos.