Carpetas

Se acerca para otros la tecnología, se acerca para otros la conveniencia, se acerca para otros el control de los datos propios
Tuve que armar una carpeta para un trámite. Llené un formulario, obtuve un par de cartas de clientes, presenté declaraciones de impuestos, presenté certificados del IESS, de Superintendencia, de Senescyt, de aquí y de allá. ¡Ah!, certificados bancarios también. Es lo que pide el Estado ecuatoriano y algunas corporaciones. En un Estado urbano, compuesto por jóvenes, con alta formación secundaria, y sin duda de una generación digital: 70 % de las personas usaron internet en el último año (77 % en área urbana y 56 % en área rural) y de ellos 92 % lo hizo todos los días.
Nuestra gestión de la identidad -en sentido amplio- no se compadece con la era que vivimos. Incluso una ley promovida por el novel alcalde de Quito cuando asambleísta, dispone que no se le pidan al ciudadano papeles que reposan ya en bases de datos públicas; pero no se cumple.
Cuando digo tecnología no me refiero a comprar una televisión ‘online’ o hacer ‘copy paste’, no. Hace días un consorcio que desarrolla soluciones masivas en ‘blockchain’ lanzó su última herramienta para gestión de identidad.
La herramienta permite que en un contenedor, bajo control del usuario y no del Estado, se puedan agregar piezas de identidad como las que citaba antes. Estas son tomadas en tiempo real desde las bases de datos públicas y privadas para ser entregadas a quienes queramos dar acceso, sin entregar toda nuestra identidad. Ejemplo: llega el joven a la discoteca y no tiene que dar ni su nombre, ni su apellido, ni su género, ni su foto, ni su fecha de nacimiento siquiera. Desde su celular confirma que tiene edad para ingresar; es el único punto de datos requerido. En los trámites: ¿por qué tendría que entregar mi saldo bancario, dirección, mis declaraciones, mis datos judiciales o siquiera mi nombre y apellido a un tercero? Basta que su calificación defina parámetros y mi contenedor de identidad confirme si cumplo o no. El interesado confía en la información porque su sistema puede verificar de dónde proviene y la fecha de actualización. Pero no accede a nada que no necesite o a lo que yo no le quiera dar permiso.
Más escucharemos de estas cosas conforme gane vigencia la Ley de Protección de Datos Personales, cuyo control de cumplimiento inicia en mayo.