Cerebro

Parece que no hay diferencia entre cómo funciona el cerebro social, el agregado de nuestras razones y nuestras emociones
Alguien le preguntó a ChatGPT su definición de fascismo y su definición de comunismo, según cuenta la anécdota de Marc Andreesen.
La definición que habría hecho ChatGPT del fascismo concluye que su implementación no termina bien. Que sus resultados han sido negativos: que el fascismo es indeseable.
Mientras, según la anécdota, la definición que hace ChatGPT del comunismo sería menos concluyente. La inteligencia artificial de OpenAI incluiría en su definición de comunismo que su implementación ha tenido distinto éxito en distintos lugares y momentos. Entonces, en resumen, la inteligencia artificial más popular del mundo parecería tener una opinión sesgada a favor de una de las dos ideologías, movimientos y regímenes políticos más extremos y polémicos de la historia. ChatGPT mostraría, a preguntas equivalentes, preferencia sobre el extremismo de izquierda por sobre el de derecha.
¿Estará ChatGPT en lo correcto? ¿O será de culpar al algoritmo por justificar pasivamente ciertas atrocidades y no otras? ¿Por implícitamente hacer apología de una y no de otra, por decir lo menos, cuestionada ideología?
La pregunta es un sofisma porque el algoritmo de OpenAI lo que hace es procesar el “conocimiento” humano que encuentra en internet. Publicaciones, blogs, bases de conocimiento, noticias y hasta imágenes son procesadas por el robot de ChatGPT para responder cada pregunta. Así que si el robot prefiere al comunismo por sobre el fascismo, es porque una lectura algorítmica de todo lo publicado por el hombre en internet, ello le permite colegir.
Pareciera que esa es una opinión humana si como base consentimos que aquello disponible en internet es una representación más o menos justa del conocimiento humano. Parece que esta reflexión no hace más que ratificar que las ideologías, los movimientos políticos y las formas de gobierno existen, cambian, progresan, nos acercan o nos alejan de la civilización, en función de un cálculo que un algoritmo representa mejor que lo que podemos concebirlo nosotros en nuestra lábil mente. Y manipularlo, cual contenidos de internet, asimismo.