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Mis exámenes

Avatar del Jaime Rumbea

Hay irresponsabilidad y hay ilegalidad, pero peor aún, hay desdén entre nosotros mismos sobre nuestra privacidad.

Cuando abro mi correo en la mañana me encuentro con mails en cantidades que superan, sin duda y con creces, el número de correspondencia que recibía diariamente cualquier cristiano en la época del correo físico.

Pero la mitad corresponde a suscripciones, notificaciones, invitaciones, propuestas, o lo que en una canasta amplia y genérica podríamos llamar simplemente ‘mailings’ o ‘spam’.

En unos pocos casos se trata de contenido cuyo envío hemos consentido, pero en la mayoría de los casos se trata de información que no hemos pedido ni contratado.

La novel legislación de protección de datos personales en el Ecuador, común en otras latitudes, incluso en EE. UU., que venía resistiendo a esta tendencia, cambia las cosas.

Ahora nadie puede tener nuestros datos personales en su base de datos sin contar con una autorización expresa.

Nadie puede registrar nuestras direcciones -físicas o digitales-, datos médicos, ni datos financieros ni preferencias personales de ningún tipo en su base de datos. Esto atañe a todo negocio.

Quisiera enlistar todas las organizaciones cuyos correos me llegan sin consentimiento. Cito el ejemplo del laboratorio al que llamé para recuperar la clave para consultar mis resultados, porque perdí el papelito en el que me la dieron (!); cuando con solo dar mi nombre, me dictaron la clave, me quedó clara la falta de un protocolo de protección de datos personales -y la patente irresponsabilidad-. ¿Será distinto el trabajo de laboratorio?

Esto me dice que no solo persiste la ilegalidad en nuestro medio luego de la vigencia de la ley, sino que además existe falta de sentido común.

Es una buena cosa que alguien supervise esto, pero mejor sería que todos estuviéramos conscientes y algunos reclamemos.

Citar ejemplos en esta columna es mi granito de arena o grito de alerta. Sin nombres, sin referencias más expresas que las estrictamente necesarias para atraer la atención sobre lo que puede estar en juego.

El presidente de la República ya presentó la terna con los nombres del posible superintendente de Protección de Datos Personales.