Narcótico trajín

No hace falta ser drogadicto para ser parte hoy en día del narcótico trajín que nos aleja de las soluciones más certeras a los problemas sociales.
Nuestra capacidad de atención es hoy en día menor que la de un pollo. Al ritmo de redes sociales, chismes, noticias y obligaciones que cumplir en simultáneo -’multitasking’-, apenas sí nos acordamos de las cosas que realmente importan. Ni siquiera alcanzamos a compararnos con Dory, el pez azul de Buscando a Nemo, que al menos tiene memoria de corto plazo. Nosotros al desbloquear el celular nos resbalamos por un tobogán de distracción -¿es ese el metaverso?- que nos desvía de aquello que justamente nos llevó a tomarlo en nuestra mano inicialmente.
De donde yo me pregunto, ¿cuánto de aquello que podemos comprobar a nivel personal, micro, sucede también a nivel social o macro.?
Hasta hace muy pocos años la meta de todo pueblo era tener su propio relleno sanitario. Era el signo de civilización. Hoy los rellenos sanitarios ya no son deseables y con una Ley de Economía Circular aprobada entre otras cientos sin beneficio de inventario social, predominan hoy, una década después, mandatos y una visión en la que los rellenos sanitarios son una pésima inversión. Y como ese hay ejemplos por montones de cómo saltamos de un tema al otro sin ser capaces de reparar.
El más extremo de entre todos los temas es la inseguridad.
Los motivos suficientes para un activismo generalizado, revolucionario incluso, parecen existir respecto a la violencia campante. Que si la causa es el narco o la pobreza, o los dos son lo mismo, es un debate que poco importara si los afectados tomaran en sus manos su propia seguridad. Al menos hasta estabilizar un nuevo contrato social que procure resolver el problema de raíz. Pero también allí predomina este efecto de distracción generalizado que impide la acción individual al igual que la colectiva.
Estamos distraídos en tantas cosas, con tanta información -en la era de la información, justamente- que no estamos concentrados en nada. Ni siquiera en lo que pone en riesgo nuestras vidas.
Cierto es que existe un éxodo migrante que alcanza niveles nunca antes vistos. Son individuos, apenas pocos respecto al agregado social, con arrestos particulares para enfrentar y escapar del narcótico trajín que nos agobia.