La opinión pública no existe

Ser protagonista siempre es mejor, con muchos o con pocos aliados, que ser solo un actor de reparto
Mientras se producía la baja de su tercer o cuarto Secretario de Comunicación esta semana, el presidente asumió por fin el rol de liderazgo que tanto trabajo le ha costado mostrar: el de orientar la agenda pública. Con el porte de armas orientó la discusión nacional y con ello dejó de tomador de agenda ajena. Si el poder y la influencia son algo, son capacidad de orientar el accionar social.
A estas alturas poco importa si la decisión es popular o no. La verdad es que no existen decisiones políticas 100 % populares ni 100 % impopulares. Desde el punto de vista del público, grosso modo, las decisiones pueden caer en tres sacos: para unos serán aberrantes, para otros parecerán óptimas y finalmente, en el medio, un grupo generalmente mayoritario quedará impávido a caballo entre los extremos.
La mayoría de decisiones y anuncios políticos importan poco o nada para la mayor parte de la población. A diferencia de los grupos más dogmáticos, aquellos en los extremos que apoyan o contradicen cada decisión con vehemencia, los aguerridos de Twitter entre ellos, el grupo mayoritario forma su opinión en función de sistemas de valores políticos menos compactos, más maleables, susceptibles de cambio.
Por eso los políticos más hábiles usan el conflicto social para liderar la agenda pública, el debate, cristalizando posiciones a favor y en contra aún de personas que sin contrapunto, apenas levantarían la cabeza. “La opinión pública no existe”, decía Bourdieu, enseñando a comprender que la opinión pública es construida por quien la expresa, como protagonista u observador.
Guste o no, la gente discute hoy por primera vez en mucho tiempo aquello que Lasso ha puesto en el tapete. La agenda es la de él. No sabemos qué tanto la podrá mantener, pero todos convendremos que es más fácil y mejor para el político liderar la opinión pública que ser presa de ella. Es más fácil mover la aguja en debates siendo protagonista, que siendo actor de reparto.