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Queda atrás la plata

Avatar del Jaime Rumbea

Poco a poco ciertos sectores nos llevan a una cultura de innovación, nos acercan a ella; el dinero es uno y puede ser aprovechado

Cuentan los medios que en 2023 los latinoamericanos ya estamos haciendo más transacciones en dinero digital que en dinero físico.

Es muy amplio el debate sobre el tema dinero y me faltan a justo título todos sus matices. Pero siguiendo como sigo, cual fanático, el debate regulatorio internacional sobre pagos electrónicos y sobre todo, pagos digitales, algunas cosas me vienen en mente.

El otro día me enteré de que para hacer transferencias a cuentas del Banco Central es imprescindible entregar formularios en papel; esto aleja al Banco Central del Ecuador, lastre inevitable de cualquier innovación tecnológica en el sistema de pagos, del resto del sistema financiero, que vuela en digitalización. Pero además, como lo muestran los números, también se aleja de la práctica común de la ciudadanía en el país y la región.

Ahora lo que los expertos reclaman de las autoridades monetarias es que garanticen interoperabilidad. Para que el dinero circule suele requerirse un montón de pasos (igual que en el mundo físico), por lo que en el mundo digital hace falta que varios sistemas conversen entre ellos: hacerlo posible es interoperabilidad. Las instituciones públicas nunca podrán competir en innovación tecnológica digital con el sector privado internacional, por ello su rol es asegurar protocolos de interconexión, parámetros mínimos de seguridad, o garantizar la necesaria neutralidad tecnológica de los sistemas aceptados, no en desarrollar aplicaciones, sistemas propios, etc., como mañosamente lo hacen algunas instituciones en nuestro país.

Según el estudio citado, de autoría del unicornio ecuatoriano Kushki, el uso de efectivo habría caído 36 % en la región. Los pagos en punto de venta serían 50 % con tarjeta y 20 % con transferencia. Simplemente sorprendente (aunque seguro excluye mercados más tradicionales).

¿Cual es la oportunidad? Nuestra región se caracteriza por tener muchos jóvenes y este es un ejemplo de alta adopción de herramientas digitales. Y aunque algunas autoridades ya buscan cómo capitalizar esta tendencia, hay otras que no. Y el dinero es un vector de cambio cultural.